Actividades de bienestar animal
Es un gran efecto, después de años de controversia y odio hacia aquellos considerados malos cazadores, obviamente clichés que han sido ampliamente desacreditados con el tiempo por la verdadera consideración de la gente, ver en cambio emisiones de informes sobre las igualmente presuntamente buenas actividades de los activistas de los derechos de los animales, en este caso los de Honorable Brambilla. Nos abstenemos a priori de celebrar juicios o dictar sentencias, pues deseamos que fuera normal y común para todos y para todas las situaciones. Sin embargo, como ciudadanos, todavía podemos hacernos algunas preguntas, aunque sea para evitar que nos vean como desatentos o, peor aún, acostumbrados a comportamientos ciertamente anómalos.
Los intereses de ENCI
Nos preguntamos qué intereses tenían o tienen todavía las regiones de Lombardía, Piamonte, Toscana, Emilia-Romaña, Marcas y Abruzos en patrocinar con decenas de miles de euros al año las emisiones de Brambilla en los canales de Mediaset. Nos preguntamos también qué interés tenía o tiene todavía el ENCI, el Kennel Club Nacional Italiano, en patrocinar con casi medio millón de euros las mismas retransmisiones, organismo al que el mundo de los perros de caza contribuye pagando cada año sumas para la inscripción de sus asistentes en el registro canino, sin imaginar ciertamente un uso tan particular y ciertamente cuestionable para nosotros de estos recursos. Nos preguntamos si es normal que los recursos donados de buena fe a la asociación Leidaa Onlus para ayudar a los animales, incluso los legados, se utilicen luego en gran parte para campañas electorales, hoteles, coches azules, botellas de champán y mucho más.
Prácticas futuras
Y quizá todos aquellos honorables miembros del Intergrupo Parlamentario de Derechos de los Animales y Protección del Medio Ambiente, presidido por el Honorable Brambilla, que dimitieron en masa de dicho Intergrupo en los últimos días, también hayan empezado a plantearse esta pregunta. Podríamos enjuagarnos la boca con clichés y dedos acusadores, con la justicia del teclado. En cambio, sólo tenemos una profunda tristeza al pensar en cómo recursos que habrían sido mejores para animales necesitados, en muchos casos abandonados por humanos poco humanos, han sido utilizados para fines ciertamente cuestionables. Y lo sentimos de verdad porque no hay cazador que no quiera y trate bien a sus ayudantes, sus perros tan necesarios en las acciones cinegéticas, y nos gustaría que todos fuesen así, sin necesidad de ponerles un abrigo, cogerles del brazo o llevarlos a la cama. Nos gustaría que aquellos que se acercan a tener perros, por ejemplo, sepan que una vez comprados, quizás por un capricho de sus hijos, estos animales se convierten en parte de su familia pero también en un compromiso para toda la vida, vacaciones incluidas. Sólo esperamos que estas investigaciones sirvan como elemento disuasorio para futuras prácticas y que actúen como estímulo para hacer más y mejor de lo que parece haberse hecho en este caso (Cacciapensieri – FIDC Brescia).