Valorización y gestión correcta
La protección y salvaguardia de los bosques en Italia tuvo un punto de inflexión decisivo hace más de un siglo con la Ley Serpieri 3267/1923, que reguló su gestión con el fin de salvaguardar el interés público y en particular para la función de protección hidrogeológica. Desde esta normativa básica, hasta la actualidad, se han producido continuas programaciones y actualizaciones normativas en materia forestal, todo ello encaminado a una mayor valorización y correcta gestión de nuestro patrimonio forestal. El resultado actual de todo ello puede definirse como sorprendente, ya que la superficie forestal nacional casi se ha duplicado en menos de un siglo, pasando de 6,1 millones de ha en 1936 a 11,9 millones de ha en 2017. A ello se suma un alto nivel de protección de los bosques nacionales, con un 31,8% de la superficie forestal incluida de diversas formas dentro de áreas protegidas y muy por encima de los niveles mínimos exigidos a nivel europeo por el Pacto Verde.
Entornos agrícolas extensivos
De estos simples datos podemos deducir un estado favorable de los bosques italianos, pues han reconquistado eficazmente espacios impensables hasta hace unas décadas. Hay que recordar, sin embargo, que esto a menudo ha ocurrido a costa de la pérdida de otros entornos naturales que, debido al abandono humano, con el tiempo se han convertido en bosques. Los casos más frecuentes son los ambientes agrícolas extensivos de muchas zonas montañosas y montañosas del interior, que desde hace varias décadas vienen mostrando un retroceso creciente en extensión. En particular, las praderas y pastos, aunque tienen un alto valor naturalista y de biodiversidad, no han tenido el mismo nivel de protección y salvaguarda que los bosques en el pasado. Hoy más que nunca se considera necesaria una visión holística de nuestro patrimonio natural, constituido por los bosques, la agricultura, los espacios abiertos y los humedales, y todos ellos deben ser distribuidos equitativamente, integrados entre sí y valorizados.
Creando los ahorros necesarios
Todo esto no significa que disminuya el interés por los bosques, que sin duda siguen siendo un recurso que requiere una atención constante y, en particular, una gestión activa y continuada que, desgraciadamente, aún falta en amplias zonas de nuestra península. Gestionar los bosques en las zonas internas de nuestro país significa también permitir la vida de las comunidades más internas y así crear las economías necesarias para evitar su abandono y así conservar los espacios abiertos. El aumento de las superficies boscosas (como prevé también la Ley de Restauración de la Naturaleza) debería reservarse, en cambio, a las zonas urbanas y periurbanas, a las zonas de llanura y a las pocas zonas montañosas y de colinas donde todavía hay un bajo nivel de forestación (Oficina de Estudios e Investigaciones Faunísticas y Agroambientales, Federación Italiana de Caza).