En un artículo de Sara Gandolfi publicado en el Corriere della Sera el 9 de julio con el título "La caza es una amenaza para 1.341 mamíferos salvajes", se adelantaba el Informe IPBES sobre el uso sostenible de las especies salvajes, elaborado por un grupo de expertos de 139 estados miembros de la ONU.
La Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) es una organización intergubernamental independiente establecida para mejorar la comunicación entre la ciencia y la política sobre biodiversidad y servicios de los ecosistemas. El Informe real solo estará listo a finales de año, pero por el momento se ha publicado un resumen para los decisores políticos. El análisis se realiza a nivel mundial y concierne principalmente a los países que por un lado son más ricos en biodiversidad, tanto animal como vegetal, y por otro lado son más dependientes de la explotación de recursos naturales renovables.
El Departamento de Estudios e Investigaciones de la FIdC había participado previamente en la revisión de los borradores de los seis capítulos del Informe IPBES (para un total de más de 900 páginas), destacando aspectos relacionados con la caza y el uso sostenible de la vida silvestre. Por ejemplo, se intervino la definición misma de “caza”, que en el Informe se definió como “la categoría letal de tomar animales terrestres que conduce a la matanza del animal, como en la caza de trofeos”. Por lo tanto, se observó que una definición más moderna de "caza" puede entenderse como el conjunto de actividades que tienen como objetivo tomar posesión de un animal silvestre para diferentes fines: alimentario, económico, recreativo, amateur, científico, cultural, tradicional, etc. Además, según un enfoque ecosistémico, la “caza” es también un medio fundamental para utilizar los “servicios ecosistémicos” que brinda la naturaleza y para mejorar el “capital natural”.
Las mismas actividades relacionadas con la caza sostenible, la gestión del hábitat con fines cinegéticos y las reintroducciones/repoblaciones, según los criterios CICES V5.0, son fuente de incremento de los servicios ecosistémicos que se ofrecen a la Comunidad, a saber: “Servicios de abastecimiento” (como por ejemplo cantidad de carne, valor de la caza, etc.), "Servicios regulatorios" (tales como inversiones en conservación, áreas protegidas, protección de hábitats, protección de especies, control de especies exóticas invasoras y problemáticas, monitoreo de enfermedades de la vida silvestre, compensación por daños a la agricultura, contribución a la contención del cambio climático, etc.) y “Servicios culturales” (uso experiencial y físico de los animales y del territorio, ecoturismo cinegético, gastos relacionados con la caza y los amantes de los perros, empresas cinegéticas, y mucho más).
El borrador del Informe IPBES también destacó que en las últimas décadas se ha desarrollado cada vez más un movimiento ecológico que está ideológicamente en contra de la caza y no acepta la captura o matanza de animales salvajes por razones éticas. Ante esto, se señaló que el progreso científico es cada vez más capaz de sustentar prácticas cinegéticas biológicamente sustentables. Además, la caza también puede ser un motor de crecimiento para las poblaciones de especies cazables. Un ejemplo de ello es el caso de los ungulados, que tuvieron un fuerte incremento tras la Segunda Guerra Mundial en Europa e Italia, y están en el origen de la expansión de la distribución del lobo.
Volviendo al artículo aparecido en el Corriere della Sera, si nos fijamos en el resumen del Informe IPBES, podemos leer que las formas no sostenibles de caza se identifican como un factor de amenaza para 1.341 especies de mamíferos salvajes (en todo el mundo), de las cuales 669 especies se clasifican como "amenazadas", pero también está claro que hay aproximadamente tantas (672) especies cazadas que en realidad no se clasifican como "amenazadas" en absoluto. El Autor señala que “entre líneas siempre se puede encontrar una señal de optimismo”, pero evidentemente en este caso no se ha captado el dato positivo, a saber, que cerca de la mitad de las 1.341 especies de mamíferos mencionadas no entran dentro de la clasificación de los especies "amenazadas".
No obstante, el Informe IPBES es interesante. Por un lado, se esfuerza por dibujar una imagen de la situación, destacando también los puntos críticos; por otro, enmarca el uso sostenible de los recursos naturales renovables en atención a las necesidades de las poblaciones locales (especialmente las zonas rurales), quienes tienen derecho a ver satisfechas sus expectativas, necesidades y tradiciones, entre las que se encuentra muy a menudo la caza.
El documento también captura un pasaje cultural inesperado, a saber, el hecho de indicar a los gobiernos y decisores públicos que para conservar las especies silvestres (animales y plantas) y asegurar su uso sostenible para el futuro, las políticas sectoriales deben ver cómo los principales actores son precisamente las poblaciones más directamente involucradas y los stakeholders.
Obviamente hay grandes diferencias entre continentes, estados y pueblos, pero el enfoque básico es el de una mayor implicación y un mayor respeto por las expectativas de las poblaciones rurales. El desarrollo se considera sostenible aun cuando no dé lugar a discriminaciones y conflictos sociales, como entre las poblaciones de las metrópolis y las de las zonas rurales, o entre las expectativas de las poblaciones más ricas y las de las poblaciones más pobres. Todavía existe preocupación por la situación de la caza con fines alimentarios en las zonas tropicales, donde esta actividad se ha visto afectada negativamente por profundos cambios socioeconómicos, que han desplazado la recolección de vida silvestre de la subsistencia a un comercio más intensivo de carne de caza (un factor importante también riesgo para la salud). Por el contrario, leemos, donde la caza está bien gestionada, los impactos sobre la abundancia de especies silvestres son menores y sostenibles, hasta el punto de que también puede considerarse útil para el logro de los objetivos de conservación de la biodiversidad.
Este es el objetivo de la caza moderna y que promueve Federcaccia. El Informe IPBES confirma este enfoque y Federcaccia expresa gran satisfacción.
Oficina de Estudios e Investigaciones Faunísticas y Agroambientales