Crisis grave
Se encadenaron esta mañana frente a la sede de la Ciudad Metropolitana de Turín para protestar por los retrasos en los pagos de daños causados por jabalíes a sus cultivos y para denunciar la grave situación de crisis en la que se encuentran muchas pequeñas empresas agrícolas locales. Los manifestantes son Monica Iuliano y su esposo Roberto Castelli, propietarios de la finca ecológica Le Frisole di Giaveno, con cuatro hectáreas de cultivos hortícolas, la mitad de las cuales son patatas de montaña ecológicas con Denominación Comunal (DeCo). La nueva directora de la Ciudad Metropolitana, Monica Sciajno, los recibió, dándoles dos buenas noticias: la primera, que ayer la Región de Piamonte aprobó la orden de pago de la compensación; la segunda, que esta misma tarde un tutor de fauna silvestre realizará una inspección en la empresa para planificar intervenciones de sacrificio de jabalíes en esa zona, con el apoyo de los guardabosques de la misma Ciudad Metropolitana.
Refrescos económicos
Nos alegra que la situación se haya desbloqueado —comenta Roberto Castelli—, aunque parezca absurdo tener que hacer gestos drásticos para obtener lo que merecemos. Las compensaciones económicas que nos han sido concedidas en este momento son vitales, ya que nos permiten salir adelante y financiar la nueva plantación, pero no solucionan el problema, que es el daño constante y devastador que sufrimos cada año, principalmente debido a los jabalíes. Siete mil euros de daños en 2023, entre fauna y fenómenos climáticos, más de cinco mil en 2024, más los de este año, que superarán los quince mil, son golpes que empresas de nuestro tamaño no pueden absorber, sin tener en cuenta que, debido al límite de minimis, no podríamos recibir más de 25 mil euros de compensación en los tres años y que las patatas de alta calidad, que vendemos a 3,80 euros el kilo, recibirán 80 céntimos el kilo. Además del daño, la ofensa.
Dificultad extrema
Para Le Frisole, se avecina una situación extremadamente difícil: «Estamos trabajando con pérdidas —afirma Castelli—, al final de la temporada nos veremos obligados a cerrar. Ni siquiera se necesitaron las cercas eléctricas; los jabalíes grandes las superan sin dificultad. Despertarse por la mañana y encontrarse frente al campo devastado cada vez es desalentador. Esperamos que el sacrificio ordenado por la Ciudad Metropolitana tenga algún efecto decisivo, pero se necesitaría un milagro». El caso de la empresa de Roberto Castelli y Monica Iuliano, miembros de la Cia Agricoltori delle Alpi, fue seguido paso a paso por la Organización Agrícola, presente en la Ciudad Metropolitana esta mañana con el director provincial Luigi Andreis: «Agradecemos a la Ciudad Metropolitana la disposición mostrada para abordar el problema —declara Andreis—. En los últimos días también involucramos directamente al consejero regional de Agricultura, Paolo Bongioanni, hasta que el problema se resolvió tras la manifestación de esta mañana. No es de extrañar que muchos agricultores puedan imponer su voluntad; la fauna silvestre en nuestro territorio está fuera de control. Quienes cultivan la tierra no buscan una indemnización por daños ni indemnizaciones estatales por despido, sino simplemente poder trabajar. Cuando la indemnización se convierte en la única solución, como en este caso, las empresas cierran. Contener la fauna silvestre es esencial para garantizar la supervivencia de las empresas agrícolas».