Si estás en Campania, una de las zonas que merece la pena visitar es Cilento, un vasto territorio de la provincia de Salerno, que comienza poco después de la capital y llega a la frontera con Basilicata. Una región compuesta no solo por la franja costera a cuyas playas llegaron los antiguos griegos en la antigüedad y que hoy están salpicadas de banderas azules y reconocidos centros turísticos, sino también por un interior verde rico en colinas cubiertas de olivos, castaños y de encinas y pequeños y fascinantes pueblos que destacan en esas montañas.

Aquí la tradición del vino encuentra raíces ancestrales. Baste decir que las primeras viñas las trajeron los griegos cuando fundaron las ciudades de Magna Grecia en estas costas. Y si por un lado encontramos el cultivo de uvas típicas de Campania, como Aglianico y Fiano, por otro nos encontramos con un puñado de productores que desde hace algunos años trabajan en la recuperación de la que se considera la cepa milenaria del Cilento. : L 'Aglianicona.
La llegada de esta uva a nuestra península se remonta al siglo VIII a.C. (por los griegos) y por análisis de laboratorio, esta cepa poco conocida resulta ser el padre genético del mucho más famoso Aglianico. En concreto, el actual Aglianico, tan extendido en Campania, parece haber nacido del cruce del Aglianicone con la uva Cannamela presente en la antigüedad en la isla de Ischia. Si bien en el pasado estuvo muy extendido en Cilento, con el tiempo, junto con la aparición de la filoxera, se fue abandonando paulatinamente, debido al difícil cultivo, en favor de variedades más productivas y rentables.

Usado generalmente como uva de mezcla, solo recientemente algunas bodegas de Cilento, recolectadas en elAsociación Terre dell'Aglianicone, han mostrado un renovado interés por esta cepa insertándola en la base ampelográfica del DOC Castel San Lorenzo. De hecho, esta uva vinificada en pureza puede dar vida a vinos de calidad, con aromas de violetas y frambuesa, con taninos menos agresivos que los que caracterizan a Aglianico, pero con una acidez moderada, que permite consumirla tanto joven como tras un pocos años de envejecimiento.
Existen diferentes interpretaciones de Aglianicone según la huella que los diferentes productores quieran dar.
En Postiglione, al pie de las montañas Alburni y no lejos de Paestum, encontramos Finca Macellaro, una pequeña empresa de Salerno dirigida con pasión por Ciro Macellaro, enólogo y enólogo de la misma bodega. Su Quercus de uva Aglianicone, trabajada únicamente en acero, se caracteriza por un color rojo rubí brillante con ribetes violáceos y por aromas de violetas y frutas como grosella negra, mora y mora roja. En boca es cálido, suave, con taninos presentes pero acariciantes.

Moviéndose más hacia adentro hay Fincas de Fasanella, fundada en 2003 con la intención de relanzar la actividad del municipio de Sant'Angelo a Fasanella y que hoy cuenta con más de 30 socios. También en este caso una elaboración del acero y un largo período de crianza sobre lías finas para obtener una Aglianicona de color rubí con notas de hierbas aromáticas, regaliz y tabaco.
Volviendo a la costa, en Prignano Cilento se encuentra la hermosa realidad de Enólogos de Conciliis que trabajan esta uva tanto en acero como en madera. Suyo misterioso tiene un sabor a sotobosque, moras y arándanos y el sabor es fresco y mineral.

Finalmente, bajando hacia el Golfo de Policastro, puedes parar en la bodega. Plantario Silva en Torre Orsaia, que opera según los principios de la biodinámica. Aquí la Aglianicona, después de la fermentación en acero, reposa en ánforas de terracota durante meses antes de ser embotellada sin filtración y clarificación.
En el sitio web deAsociación Terre dell'Aglianicone puedes encontrar el listado de todas las bodegas que forman parte del mismo. Sin duda merece la pena preparar un itinerario de viaje en una zona de vinos, mar, montaña y buena gastronomía.