Esta temporada de caza también llega a su fin, ¡veinte años después de la primera licencia! Las emociones fueron numerosas, las satisfacciones también, muchas cosas aprendí y muchas descubrí que tenía que aprender. Pero en el balance que, más o menos, todos hacemos al final de la temporada, la nota más significativa se refiere a la mejora neta de mis funciones auditivas y, en consecuencia, de mi capacidad de concentración y reacción. Ninguna intervención médica milagrosa lo ha permitido, pero el uso de un dispositivo tecnológico particularmente eficaz: el Auriculares Shothunt. A lo largo de los años, plagado de mi pérdida auditiva neurosensorial, resultado de repetidos traumas acústicos juveniles en sesiones de tiro y caza siempre con poca protección, he probado varios dispositivos para restaurar al menos parcialmente la sensibilidad auditiva perdida irreparablemente.
Los auriculares se amplificaron bien, pero me dieron una sensación de aislamiento y aburrimiento. Tenían un volumen considerable y poca adherencia a la cabeza durante los movimientos. Agradable en los días fríos, los toleraba mal con el calor y se veían muy afectados por el susurro del viento, que se amplificaba junto con los demás sonidos, cubriéndolos. Luego probé los auriculares, un producto estadounidense que parecía prometedor. Más ligeros y cómodos que los auriculares, siempre en conexión inalámbrica con la radio, sin embargo, tenían el defecto de montar el micrófono solo en un lado, en detrimento de la direccionalidad del sonido. Además, la amplificación en este caso tampoco fue personalizable, por lo que los ruidos se amplificaron de forma homogénea, haciendo excesivos los de baja frecuencia, que generalmente son percibidos con normalidad por quienes tienen este tipo de hipoacusia “inducida por ruido”. Mi búsqueda de la ayuda ideal no se detuvo, siendo auditiva, especialmente en el caza de jabalí, un sentido clave no solo para llevar a cabo una matanza, sino más aún para seguir la dinámica que se desarrolla en la espesa maleza, el escenario principal de este tipo de caza.
"Los jabalíes se matan con las orejas“Solía decir nuestra gente mayor, y cada uno de nosotros lo habrá experimentado, sobre todo en esos territorios, como la Maremma, donde principalmente cazo, dominado por árboles bajos e intrincados. En la Maremma hay muy pocas zonas con árboles altos, y la caza del jabalí suele darse en escenarios donde un susurro, un rugido, es el único signo de la presencia del hirsuto ante esas preciosas décimas de segundo en las que es posible apunta y dispara. En territorios de este tipo de nada sirve esperar atrapar un jabalí que se ha visto llegar: generalmente se señala un agujero en la espesura y se aprieta el gatillo cuando en el punto donde el oído ha guiado la mirada, se ve el animal y se concluye que es un jabalí.
Los Auriculares Shothunt que utilicé este año me han devuelto la oportunidad de experimentar plenamente estas emociones.
Pequeños y muy ligeros, estos auriculares son inalámbricos, con la posibilidad de conectarse de forma inalámbrica a la radio. La comodidad al usarlos está garantizada por la posibilidad de elegir la almohadilla de goma del tamaño adecuado para su canal auditivo. Una vez usados, olvidas que los tienes. Cada uno de los dos auriculares tiene su propio micrófono, y esto le da al sonido transmitido la misma direccionalidad que el natural. La innovación que me pareció particularmente emocionante es la de poder personalizar la amplificación para que, partiendo de la curva audiométrica de cada uno, sea posible amplificar solo los sonidos que se perciben peor (generalmente los agudos, a alta frecuencia) sin aumentar el volumen de los que se perciben naturalmente (como vibraciones o golpes), eliminando el molesto efecto "bajo" de los sistemas de amplificación tradicionales. Los únicos defectos que encontré en mi pequeño, si se pueden definir como tales, son la no muy larga duración de las baterías (cuya vida se acaba una vez que están alojadas, independientemente del uso) y la sensibilidad a los campos electromagnéticos (que se manifiesta sí mismo con un ligero crujido cuando caza cerca de fuentes de alto voltaje, como torres de alta tensión).
Los Caza de tiro no solo son útiles para recuperar la audición perdida, sino que tienen la preciosa capacidad de preservar la audición residual. De hecho, son capaces de amortiguar instantánea y automáticamente los sonidos que superan los 82 decibeles, lo que garantiza una protección excepcional contra el trauma acústico del disparo. Quizás en el caza de jabalí no es tan inmediato correlacionar el trauma de los “pocos” disparos con el daño neurosensorial que provocan pero, en el tiro al plato migratorio o al plato, donde los disparos son numerosos y cercanos, proteger la audición es fundamental. Más para los más pequeños, a los que no me canso de repetirles lo imprescindible que es mantener una buena audición y no dejarse robar por la tonta superficialidad de quienes creen que el ruido no es peligroso.