
"¡Despierta! Son las cuatro en punto! ". Abro los ojos pesados de un sueño atávico y veo sombrillas y hamacas a mi alrededor. No, no estoy soñando. A principios de septiembre el mar es un verdadero encanto y después de madrugar esta mañana para ir a caza del corzo Estuvieron bien unas pocas horas de relajación. El cansancio de los relojes de alarma del cazador de selecciones pronto se siente y tan pronto como te acuestas, un segundo Morfeo está al acecho.
"Si queremos ir al poste encima de la zanja de las ortigas debemos apurarnosVincenzo me urge sin aliento mientras se sacude la arena de sus chanclas. "Para llegar se necesita una buena hora de caminata.". En diez minutos pasamos de la versión de los “turistas de septiembre” a la de los “cazadores de selecciones acaloradas”: el calor de este verano aterrador no se rinde y hace que hasta el más mínimo movimiento sea agotador.
El primer tramo, que dura aproximadamente media hora, llega a otro replanteo, generalmente lleno de encuentros afortunados. Pero eso no es a lo que nos dirigimos. Cruzamos un arroyo ahora seco, inundado de helechos, zarzas, marruches y todas las malas hierbas existentes. Avanzamos en el matorral espeso con la ropa ligera que deja penetrar las espinas. Subimos un montículo, pisando millones de ramitas secas sobrantes del reciente corte. "¡Maldita sea, qué ruido hacemos! ¡Ahora mismo que ya casi llegamos!Vincenzo susurra molesto. Pero el agua no ha pasado de esta manera desde hace muchas semanas, y solo mirarla hace que todo “se resquebraje”.
"¡Parada! ¡Parada!Vincenzo me insinúa, él mismo inmóvil como una estatua de sal. Nunca esperé que ya hubiera algo ahí fuera, son solo las 18.15:XNUMX, ¡y hace calor!
"es un niño? " Le pregunto tímidamente a Vincenzo, que mientras tanto se ha acercado lentamente los prismáticos a los ojos. "es "ese" macho"- Vincenzo me sonríe encantado -" ...¿Cómo lo llamas? ¡Stuttgart blanca!. SIGUE