La ética de la caza es una autorregulación que los cazadores han decidido darse. Respetar estas reglas tácitas significa tener en el corazón la disciplina de la caza, el bienestar de la naturaleza, la protección de la caza, pero sobre todo el derecho propio y ajeno a practicar la caza.
Ay de él si uno no existiera y ay de no respetarlo. Hablamos, naturalmente, de una ética cinegética y cinegética que durante siglos se ha ido definiendo a partir de la experiencia de los cazadores que viven en los bosques, el campo y las colinas.
Regular una disciplina tan fascinante, milenaria pero delicada es fundamental para que la caza sea un momento de pura relajación mental y no se convierta en un caótico transcurrir de las jornadas de caza.
La idea que caracteriza la ética cinegética es la del sentido común y la educación que permitirá a los cazadores vivir en paz y una relación idílica entre la naturaleza y su máximo usuario. Cada asociación, cada grupo, cada localidad tiene su propia regulación, pero en principio las reglas de comportamiento que debe seguir un buen cazador, atento al entorno que lo rodea y sobre todo a la caza que habita en la naturaleza, son muy pocas y efectivamente dictadas. del sentido común.
Por otro lado, la protección de la naturaleza y el hábitat de la caza que se caza va en beneficio directo del propio cazador. Por eso el cumplimiento de esta autorregulación es más sencillo y más extendido de lo que cabría esperar.
Hacia la fauna que vive entre la vegetación, el cazador debe por tanto tener especial atención:
• respetar la ley. Es fundamental que el cazador no realice acciones contrarias a la ley ya que estas podrían perjudicar la protección de todas las especies cazables. La acción a corto plazo se volvería contra el propio cazador;
• proteger el juego. De todas las formas posibles, el cazador debe ayudar a la supervivencia del juego de caza. ¿Cómo? Proteger el hábitat en el que habitualmente viven para empezar, manteniéndolo limpio y rico;
• respeto por las razas protegidas;
• evitar sufrimientos innecesarios. Al disparar un juego, es bueno intentar un tiro letal. Evitar el sufrimiento animal es imprescindible;
• capacidad de elegir. Antes de disparar, el cazador deberá evaluar una serie de elementos fundamentales evitando disparar una liebre a la madriguera, un faisán en la planta o un animal que se considere que juega un papel fundamental en la manada. La no reproducción o ruptura de la manada será en detrimento exclusivo del cazador;
• honestidad. El juego es propiedad de quien lo mate, y hasta el momento todos estamos de acuerdo, así que si tu perro recupera un juego disparado por otros, es bueno devolvérselo a su legítimo dueño y agradecerte de la manera correcta si otro cazador nos presta. esta delicadeza.
También infravalorada y, sin embargo, tan importante es la filosofía del saludo que nunca debe olvidarse. Al encontrarse con un cazador "colega", es bueno decir adiós y despedirse con cualquier frase auspiciosa convencional.
Otro tema importante relacionado con la ética del cazador es el del perro. Recuerda que el tuyo debe estar adiestrado de tal manera que no moleste a otros cazadores, pero sobre todo no debe invadir patios y eras ajenas. Los problemas pueden ser infinitos. Obviamente, en el caso de una hembra, durante el período de apareamiento sería mejor no llevarla a cazar ya que la concentración ciertamente fallaría. El cazador, por otro lado, debe evitar acercarse a perros de caza de cazadores desconocidos, especialmente cuando está parado o cazando.
Un asunto particularmente delicado es el relacionado con el arma. Debe usarse con total seguridad y cuando una actitud que parezca segura incomoda la compañía de cazadores, es bueno evitarlo. En general, es aconsejable cargar el rifle solo poco antes del inicio de la caza, descargar el arma si está cruzando áreas particularmente difíciles con acantilados o zanjas, llevar el rifle a la ligera (todavía es un arma potencialmente mortal). Es absolutamente necesario evitar apuntar con el arma al perro oa un cazador y sobre todo disparar solo después de estar seguro de a qué se está disparando. Obviamente, no se recomienda disparar a arbustos o setos, especialmente cuando no se puede saber con certeza qué hay detrás de usted.
Estas son solo algunas de las reglas simples proporcionadas por el antiguo código ético del cazador. Respetarlos es sencillo y el secreto para no caer nunca en el error es conocer la ley y todos los reglamentos que rigen esta noble disciplina.
La iniciativa de definir principios éticos capaces de afirmar la importancia de la caza en la sociedad y mostrar cómo podemos aplicar nuestra humanidad en la forma en que usamos a los animales, es realmente bienvenida. Espero que también haya algunas propuestas reales sobre la legislación. hunt.WordPress.com