Capturar y retirar i verracos que pudieran ser portadores de peste porcina, trasladarlos a un área designada donde pasarán un período de excluir el contagio para luego entregarlos a una asociación ecologista que probablemente los libere, es un insulto no solo para quienes trabajan en el sector agrícola sino también para los ciudadanos. es el pensamiento de Cia-Grosseto, siempre a la vanguardia en pedir una mesa de encuentro seria y fructífera sobre el tema y la modificación de la Ley 157 de 1992 “Normas para la protección de la vida silvestre”, específicamente que desde un concepto de protección se llega a una propuesta para el manejo de la vida silvestre porque cuando el número de animales está fuera de control es impensable que el propio ecosistema encuentre el equilibrio adecuado.
Hoy en día, los jabalíes son un problema grave porque pueden propagar la peste porcina, crean daños a los cultivos y, según testifica la noticia, representan un peligro para los humanos. “Más allá de los eslóganes de la ocasión, el ganadero es el ecologista y animalista más convencido -explica Claudio Capecchi, presidente de la Confederación de Grosseto-. Nuestras demandas de manejo y contención surgen únicamente del hecho de que hoy en día la vida silvestre ha aumentado dramáticamente causando no poco daño a todo el ecosistema y cada vez más a menudo es una amenaza para el hombre. Respecto a los hechos acaecidos en este caluroso verano y que tienen como protagonistas a los jabalíes, lo que choca, una vez más, es la política de dos pesos dos medidas.
Si bien existe una obligación para los criadores de cerdos que han encontrado un caso de peste porcina africana de bloquear sus actividades durante al menos seis meses con la matanza precautoria y la prohibición de repoblar los establos, en cambio, se protege a los portadores del virus no solo pagando importantes sumas por su captura sino también por su futuro avituallamiento. La conclusión está a la vista de todos: los que trabajan en el sector agrícola deben someterse a las decisiones de los gritos y la demagogia, de los que en realidad nunca han querido sentarse en una mesa de comparación pero siempre ha preferido señalar con el dedo a los agricultores”. Para hacer todo "aún más incomprensible -continúa Capecchi- es que elInstituto Superior de Protección Ambiental se había pronunciado a favor de la captura inmediata de los ejemplares y su posterior traslado exclusivamente a instalaciones autorizadas para su sacrificio.
Reconocemos, por tanto, que existe una política que prefiere proteger a los portadores de un riesgo epidemiológico y descuida a quienes han dedicado su vida a ganadería". "Está claro - concluye el presidente de la Cia Grosseto - que esto es consecuencia de la demora en las acciones, solicitada repetidamente por nosotros, para el manejo y contención de ungulados esperando así el alto a la peste porcina africana pero también por los enormes daños a las empresas y los riesgos para población. Esperamos que de cara a las próximas elecciones no se subestime esta historia” (fuente: CIA).