En este pequeño pueblo de tan solo 3.458 habitantes hay unos 40 cazadores que practican habitualmente la actividad de la caza. En 1970 había más de 200, esto atestigua cómo pasaron los años y el cambio de sociedad condujo a una drástica disminución de la figura del cazador. Decidí retratarlos para que estas fotos puedan atestiguar con el tiempo una figura que siempre ha sido parte de la sociedad rural, Dar un rostro a una minoría de personas aún presentes en los territorios italianos menos poblados., cuyos valores son ahora incomprensibles para la sociedad moderna. El cazador es el último centinela de una emoción compleja y al mismo tiempo atávica.
Tiene un vínculo profundo con el medio ambiente y con los animales, de los que es un profundo conocedor, que persigue, caza y consume. El cazador forma parte de una práctica formada por rituales, en los que desarrolla los sentidos, la paciencia, la tenacidad y la astucia para satisfacer subconscientemente un instinto ancestral. Hoy los cazadores también realizan muchas actividades para la protección del medio ambiente y para la sociedad civil, como limpiar ríos, cuidar viejos caminos, la recuperación de fuentes abandonadas para dar de beber a los animales y el manejo de especies invasoras o la repoblación de otras. A menudo se llevan a cabo en silencio según su costumbre ”.
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