Formado como geólogo -con una maestría en "todas las ciencias" dados los temas más dispares sobre los que discute- probablemente sea fácil para él tener un ojo en el pasado, pero el sábado por la noche realmente fuimos testigos de un retroceso de décadas, encontrando todos los peores lugares comunes concentrados y declaraciones difamatorias sobre la caza y sus practicantes propias de un período de choques ideológicos que anti-cazadores y ecologistas extremistas intentan por todos los medios reavivar, advirtiendo que el viento parece haber cambiado finalmente para ellos. Para cantarla y tocarla rigurosamente en solitario -evitando cualquier tipo de contradicción en la mejor tradición de las emisiones propagandísticas hechas pasar por informativas- en RAI 3 el conocido mario tozzi abordó el tema de la caza y la caza furtiva por enésima vez en el espectáculo “Sapiens”.
Con un buen pero no muy buen comienzo sobre lo que primero reconocemos como una plaga, mezclar imágenes de escopetas y elefantes muertos ha encontrado, sin embargo, una manera de afirmar que entre las características que caracterizan al cazador furtivo están las oportunidades, sugiriendo que como las ocasiones hacen al ladrón. el hombre también lo hace el cazador furtivo. Si se hubiera detenido allí, habría sido un desliz, nos dijeron cosas peores. Pero inmediatamente pensó en ello, abordando el tema de si la caza en Italia es ética o no. Aquí encontró la manera de insertar una pizca de lucha de clases -quizás en homenaje al esquimal con el que blandía un piolet que apareció en la transmisión hace algún tiempo- afirmando que según una investigación no declarada, antigua pero aún buena según él, los trabajadores y la clase media se opondrían a la caza, apoyados en cambio por profesionales y empresarios.
A partir de aquí, el inefable profesor, dio literalmente los números de lo que dijo -suyo, porque se cuidó de no mencionar ninguna fuente- es el impacto en las especies salvajes de los cazadores italianos, con una colección de bien 494 millones de cabezas, muertas por 600 mil cazadores italianos, lo que significa para cada uno de ellos, de nosotros, la belleza de 733 presas cada temporada de caza. Un número tan absurdo, dado con el único propósito de sorprender al oyente, que ni siquiera permite tomarlo en consideración como una cifra promedio, sino que en el pasado el asombro también hace algunas reflexiones. Incluso suponiendo que los números sean ciertos -y no lo son- ¿cómo se puede conciliar este dato con la afirmación de la parte animal-ambientalista de la especie en peligro, si no ahora en peligro de extinción? Para poder sacar algo menos de 500 millones, tendría que haber poco, poco, al menos tres veces más.
Entonces, ¿cómo concilia la presencia de mil millones y medio de especies silvestres, pero cuáles, una es válida para la otra mientras lo sea? ¡Hasta aquí el método científico! - con el argumento de que la caza los pone en riesgo? Teniendo en cuenta entonces que ninguna de las especies cazadas en Italia está en dificultades y que, de hecho, algunas tienen demasiada salud, vea los jabalíes, ¿qué pasaría si no hubiera caza? Una respuesta la pueden dar los citados jabalíes, que en Roma no cazados ya beben en la fontana de Trevi y en Génova compiten por la playa con los bañistas.
Y luego la glosa final, para no perder ni una pizca de alarma social, recitada con el justo tono melodramático y mirada intensa hacia los ojos del espectador, cuando afirma que la única razón para cazar es el placer de matar. En realidad, el problema es siempre el mismo y no son las pseudo-verdades contadas por Tozzi y sus muchos -demasiados- "colegas". El verdadero problema es que la libertad de pensamiento y de opinión -sacrosanta incluso en contra de la caza- no significa libertad para utilizar un medio que debería estar al servicio de todos los ciudadanos para propagar las propias ideas. A la justicia le gustaría que al menos hubiera espacios iguales para ambos puestos. Lo que nunca sucede y si el partido sucede, generalmente está "amañado" de alguna manera.
Lo que más desconcierta es el espacio concedido con demasiado y evidente falta de pluralismo por una empresa que clara y complacientemente no cumple con su tarea de Servicio Público y hace tiempo que perdió sus características. Una vez más hemos informado puntualmente a los responsables tanto de las declaraciones del conductor -que sabe que está tranquilo porque en Italia no es delito difamar a una categoría- que la Empresa que le cedió el espacio y con las demás Asociaciones de la Sala de Control estamos formalizando nuestra protesta. Evidentemente estamos seguros de que un recordatorio - varias veces adelantado - de corrección profesional no será suficiente, pero como ahora el único interés es escuchar, recordaremos a la Dirección General de la Rai y a la de la Rai 3 que la última recogida de firmas contra la cacería apenas ha reunido unas decenas de miles de suscriptores. ¿Están realmente seguros de que la mayoría de los italianos están en contra de la caza como les dicen Tozzi y sus amigos? (Oficina de prensa de la Federación Italiana de Caza).