1- Los cazadores pueden cazar cualquier especie y por cualquier medio
La caza está muy regulada por la ley y también de forma estricta, ya que están prohibidos los métodos crueles como señuelos, bocados envenenados, trampas, redes y trampas con patas. Hay 48 especies de caza y todas las aves y mamíferos considerados protegidos (lobos, osos y linces por ejemplo) están excluidos de estos. Quien no respete estas reglas no es cazador, sino furtivo, categoría que nada tiene que ver con los principios que regulan la caza.
2- El impacto de la caza en la naturaleza es negativo
El último informe sobre el estado de la naturaleza de la Unión Europea mostró que el medio ambiente es muy débil en comparación con diversas actividades humanas. Actividades como la pesca y la caza furtiva representan el 7,2% de las especies y hábitats, ejerciendo una presión importante, mientras que la caza se separa de este rubro por tener un peso menor (0,66%). La agricultura, el transporte y el cambio climático tienen impactos mucho mayores que la caza. Los cazadores, por tanto, no afectan la supervivencia de la especie, sino que contribuyen a la permanencia de la misma (en primer lugar liebres y faisanes).
3- La caza es una carne malsana para los humanos
El proyecto “Selvatici e Buoni” de la Fundación UNA analizó los valores nutricionales de la caza. El venado, el venado y el jabalí contienen menos grasa que el pollo o la ternera y también son más ricos en proteínas. Entre otras cosas, es una fuente importante de sales minerales y tiene un alto contenido de omega-3. La carne, entonces, no proviene de animales encerrados en granjas intensivas, por lo que no se someten a tratamientos farmacológicos y tienen un menor impacto ambiental. La caza puede convertirse en un problema de salud si no se adoptan las normas de higiene adecuadas con las canales.
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