En los últimos años hemos asistido a la proliferación de la oferta comercial en el campo de los espectadores, con una oferta cada vez más amplia en cuanto a tecnología, tamaño, costes y finalidades. Las ferias dedicadas ofrecen cada vez más opciones y novedades, llegando a los bolsillos y mochilas de usuarios cada vez más numerosos. En la categoría de "espectadores", una distinción fundamental se refiere al método de uso: señalar y observar. Y es en este último tipo en el que nos centraremos, dejando deliberadamente fuera una categoría de herramientas que ven un uso completamente finalizado.
No es el reino de las tinieblas
En el imaginario colectivo, el visor térmico se asocia a un uso estrictamente nocturno, para ver cuando el ojo está inmerso en la oscuridad y todo está cerrado para ella. Una especie de portal al mundo prohibido de la vida nocturna de la naturaleza. Ciertamente este contexto es muy fascinante y ofrece al observador atisbos muy íntimos y sugerentes de los hábitos nocturnos de la naturaleza, permitiéndonos también encontrarnos con especies no visibles en otras épocas. Pero el verdadero gran descubrimiento al usar el visor es que puede usarse no solo en el crepúsculo sino incluso durante el día. La posibilidad de avistar un animal en la espesura de un bosque, en un corte, detrás de un arbusto o en el trigo es verdaderamente una experiencia asombrosa.
Cada contexto tiene su ocasión
La estación en la que resulta más agradable utilizar un visor de observación térmica es sin duda el invierno. Árboles desnudos pueblan bosques cuya profundidad casi roza el infinito, permitiéndonos observar animales en el corazón del bosque. El contraste entre los animales y el ambiente frío hace que la señal sea vívida y clara, y es fácil ver formas perfectamente delineadas incluso desde una distancia considerable.
El verano es el verdadero desafío para la caza asistida por visor, al menos por dos razones: la primera es el contexto ambiental, donde los troncos y las piedras que brillan al sol marcan el escenario natural, lo que dificulta la interpretación de las imágenes. Otro aspecto no despreciable es la vegetación. Seguro que el visor le permitirá identificar la presencia de animales salvajes donde los prismáticos no revelarán nada, especialmente en entornos poco poblados. Obviamente, estos no son dispositivos de rayos X, y una pila de heno, o un tronco o un arbusto espeso será suficiente para esconder un animal incluso cerca. Pero el ojo experto y acostumbrado será capaz de captar hasta un puntito de “calor” y rastrear la preciosa sugerencia que nos ha dado el espectador.
Es inútil insistir en la evidente utilidad del visor de observación durante los censos. Cada vez más ATC han admitido el uso de "térmico" en este contexto.
Una aplicación del visor que anuncia grandes oportunidades es aquella en el contexto de la recuperación de animales heridos y/o sacrificados. De hecho, la térmica nos ofrece la posibilidad de interceptar la señal en tierra suelta o simplemente en el borde del bosque, donde a menudo y de buena gana encontramos a los animales a veces al día siguiente y con la intervención del recuperador.
Además, el visor térmico permite conocer con mayor profundidad los territorios que suelen ser escenario de nuestras salidas, o evaluar las perspectivas de los territorios que se exploran. A veces, los animales más tímidos y experimentados no se muestran fácilmente con binoculares, pero pueden ser interceptados más allá del ecotono, lo que ofrece ideas para nuevas áreas de caza.
¿Amigo o enemigo tecnología?
La discusión atávica sobre la ética de la caza de alta tecnología encuentra un punto muerto infinito en el visor térmico. Seguramente muchos apelan al desequilibrio a favor del cazador que, sin ser visto, también puede interceptar a los animales puestos atrás y escondidos, aumentando las oportunidades de completar la matanza. Sin escondernos en un dedo, podemos decir que ciertamente es así, pero el resultado no será la matanza de más animales, ya que la caza está regulada por planes de muestreo preestablecidos. Lo que cambiará será la eficacia de la expulsión, la eficiencia con la que dedicaremos nuestro tiempo y organizaremos nuestras salidas.