
Los instrumentos ópticos fabricados por Leica parten de las legendarias cámaras para llegar a los prismáticos o los largos con la particularidad del primer binotelemetro, grande y pesado como un ladrillo: la definición viene del Maestro Carlo que ha tenido uno durante mucho tiempo y apenas lo deja en casa dada la fiabilidad intrínseca del producto. Ha pasado mucho camino y la llegada de visores y prismáticos nuevos con las medidas correctas en base a los parámetros ahora conocidos por todos han colocado a la empresa en lo más alto del sector. Dicho de la óptica de observación, hoy estamos tomando en consideración un objetivo de gran estatura: el Magnus 2,4-16x56i contiene las prerrogativas para satisfacer una gama casi total de necesidades de caza.
Es bueno partir de una consideración: en los últimos años ha habido un apuro por el porcentaje de luz que transmiten sus lentes entre los fabricantes de mayor calibre y 1 o 2 puntos más se vieron y propusieron como una entidad de valor absoluto, en su defecto subrayar cómo estas desviaciones son indetectables por el ojo humano, incluso en sus mejores condiciones, incluida la edad del sujeto. Hoy preferimos, y con razón, centrarnos más en los valores que hacen más fácil y menos fatigoso el uso del vehículo.

Los valores ópticos perceptibles
Si al lanzar el ojo por un telescopio, bien posicionado con respecto a la constitución del tirador, el ocular quedará totalmente nítido, sin viñeteado periférico, y la imagen será nítida ya estarás en un buen punto. El ancho de la pupila de salida es una medida fundamental para facilitar la adquisición del sujeto objetivo y Leica presenta lo más valioso del mercado: cuanto más ancho es, menor es la búsqueda de la distancia exacta entre el ojo y el cristalino, un factor que a la hora de cazar, con las posturas que impone la situación, suele ser fundamental para un tiro correcto y realizado con la debida diligencia. El diámetro de las lentes, aquí en particular del objetivo, favorece la transmisión de la luz con una percepción clara e inmediata del sujeto y de lo que le rodea: también es necesario comprender, si hay un movimiento en curso, dónde nuestra presa irá a posicionarse (o eso se espera ...) colocando la retícula en el área correcta de antemano.

El brillo que aportan las mediciones tiene en cuenta el factor 7: el ojo humano, repetimos en sus condiciones óptimas, puede aprovechar el diámetro de la lente frontal igual al producto del factor 7 antes mencionado por el valor de aumento. Por lo tanto, el brillo máximo y la carga dimensional son los 56 mm obtenidos precisamente de la multiplicación de 7 × 8. Luego hay otro factor muy útil, casi decisivo, para apreciar el instrumento y obtener un servicio óptimo: el recubrimiento químico de las lentes. El avance de la última década en este sector ha sido fenomenal: el resultado se ha alcanzado gracias a simulaciones informáticas donde, en muy poco tiempo, se han sondeado soluciones en cifras que solo así se ha podido alcanzar. Estos recubrimientos estratificados en los cristales ópticos eliminan los reflejos internos garantizando la transmisión de luz ya mencionada y al mismo tiempo la ausencia de aberración cromática, el halo en los bordes del sujeto: las ramas desnudas de un árbol parecen haber sido creadas específicamente. para esta verificación.

Un valor que siempre resulta fatal durante la caza es el contraste, en la práctica el desprendimiento del sujeto del fondo, a menudo más importante que el brillo general: sucede con las efemérides, esos minutos que preceden o siguen a la salida o puesta del sol, o esas tardes de invierno en las que una escasa luz lechosa lo confunde todo. En tales ocasiones, un puñado de minutos extra junto con la definición del juego pueden marcar la diferencia entre disparar o irse a casa con los pives en la bolsa.

Los mecánicos
Las gafas ópticas son el componente básico de un telescopio al que está conectada la parte mecánica: la retícula está grabada en la lente, por lo que no hay problema incluso con medidores de retroceso fuertes, y muestra el punto de luz central con las variaciones día / noche. Los mecanismos de ajuste son de acero y, sin entrar en aspectos técnicos, podemos decir que cada disparo corresponde a un desplazamiento preciso del punto de golpe, por lo que la torreta balística también ofrece la certeza de poner el disparo donde se desee, volviendo a la punto cero con absoluta regularidad. Esta prerrogativa representa un valor esencial.


Teniendo en cuenta el aumento máximo a 16x, también existe el ajuste del paralaje en la torreta izquierda. En conclusión, este modelo de la línea Magnus es un producto de gama alta y los valores en juego lo señalan como la solución óptima para el tiro a larga distancia, tanto de caza como de tiro y en todas las condiciones de luz; la excursión de los aumentos hasta el límite mínimo de 2,4x no limita el uso de esta óptica para disparar a objetivos cercanos y en movimiento, aparte del peso y el tamaño.