ISPRA y los jabalíes
En un reciente comunicado de prensa elISPRA ilustró brevemente los resultados de su propia encuesta sobre la gestión del jabalí en Italia en el período 2015-2021. A través de este relevamiento, el Instituto estimó un número mínimo de un millón y medio de animales actualizado al 2021. El gravamen promedio anual se estimó en 300.000 cabezas, con un incremento del 45% en el período considerado y una estimación promedio de daños a cultivos agrícolas. de unos 17 millones de euros al año. En la nota de prensa en cuestión, se dan a conocer más datos sobre los cuales la Oficina de Estudios e Investigaciones de la FIdC no puede dejar de hacer unas breves consideraciones, postergando un juicio más detallado hasta que el ISPRA publique el Informe Técnico completo. En primer lugar, se expresan dudas sobre la evaluación de los datos sobre el tamaño de las poblaciones y la estimación de los daños. De hecho, la nota de prensa no ilustra adecuadamente el tipo de datos utilizados (en parte derivados de los "Planes regionales de intervenciones urgentes para la gestión, control y erradicación de la peste porcina africana"), mientras que es claro que para una especie notoriamente tan difícil de monitorear, es bastante arriesgado indicar cualquier valor de consistencia sin enfatizar la incertidumbre de las fuentes utilizadas y, por lo tanto, la confiabilidad limitada de la estimación en sí.
Daños declarados por los agricultores
Un problema similar se refiere a la valoración de los daños a los cultivos agrícolas, ya que no queda claro en la nota de prensa si se trata únicamente de daños declarados por los agricultores o si también incluye daños no declarados (que en determinadas situaciones también pueden ser muy elevados). ). Los análisis realizados por ISPRA también muestran cómo la caza sigue representando la única forma de muestreo capaz de tener un impacto decisivo desde el punto de vista numérico sobre las poblaciones de jabalí. En consecuencia, las valoraciones críticas realizadas en otras ocasiones por ISPRA sobre el tema parecen ilógicas. También es evidente que la caza, limitada en la gran mayoría de los casos al territorio de caza programado gestionado por el ATC, necesita en el futuro ir acompañada de un incremento de otras formas de caza como la caza de selección, el refrendo y acciones de control más incisivas. (por ejemplo, tapas de alcantarilla).
áreas protegidas nacionales
Todo ello con el objetivo de tener un mayor impacto en las poblaciones y regular adecuadamente los sacrificios (básicamente) por sexo y edad, teniendo en cuenta la evidente necesidad de reducir significativamente las densidades en la zona. Esta exigente actividad de contención del jabalí deberá prever cada vez más la implicación directa de los diferentes agentes, como las Empresas de Fauna Silvestre y Caza Agroturística (donde sólo se habría realizado un 6% de los muestreos en el periodo considerado) y las sujetos gestores de áreas protegidas nacionales y regionales establecidas en virtud de la Ley 394/91, en cuyo territorio aún no existe una intervención incisiva, teniendo en cuenta el papel fundamental jugado en la difusión del jabalí. No es casualidad que Abruzzo sea una de las dos regiones más afectadas por los daños, con una estimación de 18 millones de euros en el período, siendo al mismo tiempo la región italiana con mayor superficie donde existen áreas protegidas nacionales y regionales.
El conocimiento científico
Precisamente este último, donde en el período examinado la matanza selectiva de los suidos representó sólo el 38% de las actividades de control faunístico realizadas en el territorio agroforestal-pastoril, tendrá por tanto que jugar un papel fundamental en la contención de la especie. Se necesita una sinergia de gestión coordinada entre todas las áreas protegidas y los territorios de caza para gestionar una especie que tiene un gran impacto potencial en el medio ambiente, la producción agrícola y la seguridad vial. Una estrategia definida sobre la base del conocimiento científico más actualizado, que aprovecha al máximo los recursos humanos disponibles y la capacidad de intervención activa en la zona (Oficina de Estudios e Investigaciones Agroambientales y de Fauna FIdC).