
Es difícil de creer, pero los ungulados a menudo nos sorprenden al elegir vivir en las colinas o montañas bajas, a pocos pasos de los humanos. Comprender sus comportamientos nos ayuda a conocerlos mejor, respetarlos más y convertirnos en mejores cazadores.
Lo cierto es que los ungulados, como casi todos los animales salvajes, necesitaban dar voz a todas las habilidades adaptativas que tenían a su disposición para sobrevivir. Por ello, con el tiempo una criatura como las huevas ha aprendido a vivir tanto a 2000 metros sobre el nivel del mar como a nivel del mar, según las necesidades del caso.
Esta gran adaptabilidad ha complicado la vida de los cazadores que no siempre saben dónde buscar el juego. A continuación se ofrecen algunos consejos que pueden resultarle útiles.
El venado y el gamo

Ciervos y gamos se parecen entre sí y por eso se convierten en competidores en algunos casos. Ambos prefieren hábitats con temperaturas que oscilan entre -10 ° y + 20 ° y que proporcionan grandes espacios libres. Prefieren permanecer justo por debajo del límite de la vegetación arbórea y aprecian mucho los ambientes con grandes bosques que se alternan con valles y claros. La madera es su entorno cotidiano, en cierto sentido su gimnasio, mientras que los claros se convierten en un lugar de pasto que frecuentan especialmente durante la época de apareamiento.

El corzo
El corzo es también un amante de los bosques que utiliza en realidad por motivos distintos a los del ciervo y el gamo: no rumia en el bosque, no entrena, pero se esconde. Le encantan los hábitats mixtos: una mezcla de bosques, con prados, claros, bordes y espacios abiertos donde los desniveles no deben faltar.
En cambio, los elementos que podrían considerarse que lo perturban le agradan: en la jerga se denominan elementos de desapego. Son postes, caminos, casas, árboles grandes y aislados, canales, arroyos que le son indispensables para marcar su territorio.
Lo que dificulta el hábitat del corzo es su impresionante adaptabilidad. Puede vivir en los ambientes que hemos descrito, pero en algunos casos se encuentra frecuentando campos de trigo o áreas de gran altitud. Un elemento importante a informar es su antigua enemistad con el ciervo y otras especies que entran en competencia alimentaria con él. Donde hay ciervos, apenas se encuentran corzos. De una cosa puedes estar seguro: los huertos y la alfalfa atraen a los corzos, que son golosos, siempre que la temperatura no baje de los -20 ° y no suba por encima de los + 30 °. SIGUE