Cartuchos de caza: carga en casa, ¿por qué?
En las primeras décadas del siglo, la carga domiciliaria de cartuchos de perdigones era casi indispensable por dos razones. No hubo suficiente suministro de munición original porque la carga industrial no había alcanzado su desarrollo actual. Los cartuchos originales existentes tenían un precio de venta muy alto a pesar de su mala calidad. Por lo tanto, la mayoría de los cazadores se vieron obligados a recurrir a la carga individual oa comprar cartuchos artesanales en las armerías.
Hoy, sin embargo, existe en el mercado un enorme surtido de munición original de buena marca y excelentes características, que nos permite afrontar cualquier necesidad cinegética. La carga doméstica ya no se justifica ni siquiera en la economía de compras, porque los materiales utilizados para el embalaje de los cartuchos son muy caros y no siempre están fácilmente disponibles debido a la reducción de la demanda. Sin embargo, todavía se puede realizar un pequeño ahorro de dinero, al menos para algunos tipos de municiones, así como la posibilidad de economizar recargando los estuches disparados. Veremos, sin embargo, que la verdadera ventaja de la carga individual reside en obtener la munición más adecuada para el tipo de caza que se practica y para el arma propia.
Todavía hay cazadores y tiradores que disparan solo cartuchos cargados personalmente. En la mayoría de los casos, quienes solo recurren al llenado casero tienen la ilusión de obtener mejores cartuchos que los originales. No obstante, existe la posibilidad de producir cartuchos específicos, adaptando las dosis y componentes de la carga según las características del rifle, el método de caza y el hábitat de la naturaleza, la distancia media de los disparos, los tiempos de intervención propios en el campo. Disparo. Fabricar un cartucho que garantice el mejor rendimiento balístico posible en determinadas condiciones de uso no es una tarea fácil ni una actividad exenta de peligros.
Aparte del riesgo que existe en la manipulación de cualquier sustancia explosiva, el peligro real consiste en un error en la dosificación, en la combinación de los componentes, en la disposición del cartucho. En la carga no hay lugar para la inspiración y la improvisación, ni la experiencia es suficiente en ningún caso. Por tanto, es necesario conocer algunos conceptos fundamentales de balística o buscar el asesoramiento de expertos.
El mismo propulsor puede tener características muy diferentes entre un lote y otro. Este hecho, combinado con el desarrollo de nuevos propulsores, sería más que suficiente para justificar la necesidad de actualizar periódicamente los datos de carga, necesidad que se hace aún más sentida si tenemos en cuenta que no solo los propulsores pueden cambiar, sino que los componentes También puede cambiar, y que los nuevos tacos, las nuevas carcasas y los nuevos cebadores no son una rareza. Pero incluso si no hubiera cambios e innovaciones, no pudimos evitar renovar periódicamente las tablas de carga porque ciertas diferencias entre lote y lote son inevitables, o incluso basta con que el fabricante haga una transformación en la composición química de un polvo o en las dimensiones y en la porosidad de los gránulos, o en el potencial y por tanto en la eficacia balística.
Todo ello, sin dar aviso público de la modificación de características (al menos cuando sea importante) y cuidando, por interés comercial, de no cambiar el nombre "histórico" del polvo. Las grandes empresas que realizan la carga industrial de cartuchos están informadas de estas variaciones y que, al contar con una instrumentación específica para las pruebas, ni siquiera necesitarían esta advertencia. A nadie le importa el cazador-cargador que compra un pequeño paquete de pólvora en la armería. De hecho, hoy evitamos indicar las dosis en las cajas de polvo, a diferencia de lo que se hacía en el pasado. Los fabricantes más escrupulosos se limitan a dar indicaciones de las dosis en sus catálogos, que lamentablemente rara vez llegan al transportista privado.