
< Los vimos el lunes, ¡pasaron en manadas!>. El amigo montañero, houndista que espera a la liebre en los respiraderos de arriba, disfrutó, de mala gana, del espectáculo del comienzo de la migración otoñal de los "grises", el palomas torcaces. Y, de regreso a casa, se puso al teléfono para dar la noticia, sabiendo el interés de los abajo firmantes. Es principios de octubre. De hecho, ya hacía un par de días algunas señales de movimiento de alas, porque incluso algunas chozas en el llano habían iniciado la temporada con los primeros zorzales.
Octubre es un mes de “inicio”, todo el mundo alado se mueve y las palomas torcaces en pequeñas ramas, bandadas y tribus navegan en el nuevo aire fresco hacia el sur. Miles, millones de alas convergen en los cuellos de botella de los pasos de montaña en pequeños grupos dispersos y en grandes manadas. Los primeros son los más al alcance del cazador, porque tienen que explotar más los perfiles de los cerros volando relativamente más bajo. Estos últimos a menudo son solo para mirar, no necesitan buscar meticulosamente la calma del viento, el gran número es su fuerza y tiran recto alto, sin permitir oportunidades.

Caza vieja, casi antigua, que ai palomas torcaces en el puerto de montaña sin folletos. Búsqueda de pocos números y pocas oportunidades "ricas", compuesta de mucha observación y mucha tranquilidad. De derecha tranquila, claro, porque soltar la atención puede significar perder el buen vuelo del día. Hoy los "números" se hacen en la llanura, ya en septiembre, sobre el rastrojo de cereales y girasoles, con baterías de moldes y paseos. En el llano es una caza que se ha vuelto muy técnica, muy participativa, que atrae a muchos aficionados gracias a las grandes filas de palomas torcaces que se han vuelto sedentarias y anidando en muchos lugares. Un inesperado "nuevo trato" de la caza autóctona hasta hace unos años, una Irlanda o una Inglaterra de nuestro hogar que en ciertos días incluso pusieron detrás de las cabañas de buceadores equipadas, con volantes, entre el follaje de la montaña de robles.

Por otro lado, la caza de espera “independiente” en el paso se realiza sin ayuda de ningún tipo. Los codicilos son pocos: solo el viento puede ser un aliado, pero se necesita el adecuado, ni débil ni demasiado fuerte, que se oponga al flujo migratorio. Buen mal tiempo detrás de los pájaros, mal tiempo delante de ellos completamente malo. Sin moldes ni folletos, solo un rudimentario desfile detrás de un arbusto, paciencia, inmovilidad y miradas dirigidas al centro del valle, hacia el gran río de aire, el corredor de tránsito por el que tarde o temprano aparecerá una rama o una sola rama. colombo aislado, que se adelantará bajo a un ritmo de crucero. Cuando esto sucede, uno o más de ellos casi le tocarán la cara y le dejarán sin aliento. Una condición y una sensación únicas, no replicable en otros lugares y en otras ocasiones. Pocas presas, pero de gran carisma y auténtico desenfreno.
Colores del amanecer, de las nubes, de las hojas de los árboles. Colores de una paloma torcaz sobre el enebro del desfile de esta nueva temporada. Para volver a los orígenes.
