En Eslovaquia, Alemania y toda Europa Central, el Kopov se utilizó para la caza de un cierto tamaño: por así decirlo, jabalí, lobo y oso, pero dada su gran capacidad para seguir rastros de sangre, a menudo el perro de caza también se utilizó para las recuperaciones más difíciles.
No solo esto; el Kópov siempre ha sido un gran amigo del hombre, o más bien de su dueño, con quien necesita establecer un vínculo simbiótico, de estima y comprensión. En ese momento puede convertirse en perro guardián, perro de trabajo, pero también y sobre todo perro de compañía.
Kopov: cómo reconocerlo
No es un perro el que llama la atención, pero al observarlo bien resulta que en el kopov la naturaleza no ha colocado nada al azar. Tomemos por ejemplo el cabello, que si se acaricia se percibe como suficientemente largo (de 2 a 5 cm) y denso. Esto le ayuda a cazar en entornos hostiles y difíciles donde el jabalí normalmente tiende a esconderse.
Su tamaño es mediano, su peso oscila entre los 15 y los 20 kg y enseguida te das cuenta de que es un perro sólido y robusto, con una musculatura poderosa. De hecho, este es el caso. De esta forma tiene la posibilidad de enfrentarse a la densa vegetación y gracias a su fuerte musculatura es capaz de disparos bruscos que seguro que no dejan de sorprender al propietario. Una bendición cuando se trata de alejarse de un jabalí o cuando se trata de atraparlo de costado.