Saber cazar significa tener conocimientos y experiencia. Estas dos peculiaridades se adquieren con el tiempo, a través del asesoramiento de cazadores expertos, con práctica y, sobre todo, con ejercicio. En el tiro al plato, el entrenamiento es fundamental: todo lo que necesitas es paciencia y ganas de aprender.
Muchos cazadores novatos están convencidos de que el tiro al plato es una especialidad muy difícil de realizar, ya que requiere reflejos rápidos, agilidad y precisión de tiro, características que se adquieren e interiorizan con el tiempo gracias a la práctica y la experiencia. Muchos expertos, por el contrario, creen que el tiro al plato no es tan complicado, pero en realidad es muy fácil de realizar, después del tiro de parada. Teniendo en cuenta algunas reglas básicas, nos damos cuenta de que el tiro al plato también puede ser practicado por aquellos que empuñan un rifle por primera vez, con buenos resultados en cuanto a presas derribadas.
La primera regla a observar es aprender a seguir un objetivo en movimiento, que varía su velocidad y dirección con respecto a nuestra posición. En tiro al plato, el cazador sigue el juego en vuelo con la escopeta apuntada a lo largo de su trayectoria aérea, hasta que asume la posición óptima para matar.
Para adquirir mayor destreza y fluidez en los movimientos, se puede practicar inicialmente con un objeto pequeño y redondo como una pelota de tenis o una manzana, que se ata con un hilo a un árbol y lo hace oscilar hacia adelante y hacia atrás, o hacia la derecha. . y a la izquierda. El objeto redondo, de esta forma, simulará los cambios de dirección que hace el salvaje durante el vuelo. Una vez preparada la “presa” artificial, nos colocamos frente a ella a una distancia de unos 5 metros, y comenzamos a balancearla: con nuestro rifle rigurosamente descargado, apuntamos al objetivo y comenzamos a seguir sus movimientos; cuando finaliza el movimiento oscilatorio, volvemos a empujar la pelota para que vaya más rápido y volvamos a seguirla: aumentando gradualmente la velocidad del objetivo, aprenderemos a seguir apuntando para obtener un mayor equilibrio y precisión.
Tras este ejercicio, que hay que repetir hasta creer que somos capaces de seguir el movimiento oscilatorio casi a la perfección, alargamos la distancia con el objetivo llevándolo a diez metros y repetimos siempre el mismo procedimiento. Siempre gradualmente, iremos aumentando la distancia y velocidad del objetivo, hasta llegar al final de unos 40 metros. Es casi seguro que este ejercicio te parecerá aburrido, pero es muy útil para encontrar el equilibrio adecuado entre nosotros y nuestra arma.
A la hora de cazar, por supuesto, las cosas son diferentes: nos encontraremos frente a verdaderos animales salvajes que dispararán al aire como balas, haciendo cambios de dirección muy rápidos: en cualquier caso, una vez que entren en nuestro visor nadie los cogerá. lejos de nosotros. Surge espontáneamente una pregunta: ¿cómo apuntar rápidamente a una caza salvaje que salta de la espesura del bosque o que gira bajo la firmeza de nuestro perro?
También para esta necesidad existe un ejercicio muy útil, que se puede practicar con los mismos objetos que el anterior. Empiece apuntando a un objeto estacionario, a una distancia de unos 5 metros; Dando la espalda al objeto, nos volvemos rápidamente, dejamos nuestro rifle sobre nuestros hombros (siempre estrictamente descargado) y apuntamos el objeto. Practicando de esta forma debemos comprobar que la empuñadura del arma es firme, sin temblores ni otros movimientos. Este ejercicio debe repetirse varias veces hasta que nos demos cuenta de que cuando giramos rápidamente hacia el objetivo, podemos apuntar con la misma rapidez y precisión.
Después de esta fase, puedes complicar un poco el entrenamiento. Utilizando siempre la pelota de tenis que cuelga del árbol mientras se balancea, siempre a una distancia de cinco metros, le damos la espalda al objetivo y luego nos damos la vuelta y apuntamos rápidamente al objetivo. Una vez que hemos adquirido la puntería ideal, debemos seguir el movimiento oscilatorio de la pelota manteniendo la puntería.
También para este ejercicio, la regla es aumentar la velocidad de la pelota y la distancia de esta última gradualmente, sin prisas. No es necesario apresurar las etapas: colocarse por primera vez a distancias demasiado largas ciertamente no ayuda al entrenamiento, al contrario, podría generar una sensación de frustración por la dificultad inherente al ejercicio. Hasta que no sienta que se ha familiarizado con la puntería en el tiro al plato, se recomienda repetir estos ejercicios con constancia y paciencia sobre todo.
A la caza, como todo el mundo sabe, hay pocas certezas en cuanto a presa se refiere. Si nuestro juego está a unos treinta metros de nosotros y más allá, seguiremos su movimiento disparando ligeramente hacia adelante, para cubrir esos pocos segundos de tiempo que tarda el enjambre de perdigones en llegar al juego. Por el contrario, si el juego se encuentra a 10 metros, la precisión absoluta es la mejor respuesta. Como ocurre con todas las disciplinas, el tiro al plato también requiere un entrenamiento constante, convicción y paciencia. La presencia de un cazador experimentado que corrija nuestros movimientos puede ser una ayuda adicional para acelerar un poco el tiempo de aprendizaje.
Estos ejercicios, además de infundirnos confianza y precisión en la puntería, en cierta medida nos ayudan a evaluar el momento adecuado para disparar: imagina un juego que salta de la espesura del bosque en vuelo bajo. Quizás sea el momento adecuado para disparar, pero ¿no sería mejor poder disparar al aire para evitar accidentes?
La respuesta depende de ti. ¡Buen entrenamiento a todos!