Cada raza tiene una característica física y de comportamiento específica. Un aspecto del último requisito se refiere a la agresión depredadora en perros de caza. La selección realizada por el hombre, a lo largo de los siglos, ha determinado el desarrollo del instinto depredador a expensas de otras características conductuales.
Los etólogos se están especializando cada vez más en el estudio del comportamiento de los perros, lo que ha dado lugar a la aparición de muchas escuelas de pensamiento. Uno de estos últimos circunscribe varios tipos de actitudes agresivas que pueden exhibir los perros, como carnívoros y depredadores.
Además de la agresión territorial, una de las características que la mayoría de los hombres, con el tiempo, quiso incrementar y transformar en el perro fue sin duda la agresión depredadora, es decir, ese instinto primordial encaminado a la supervivencia de la especie. Los carnívoros localizan, se acercan, persiguen, inmovilizan y finalmente matan y devoran a sus presas.
Lo que el hombre ha intentado desarrollar, siempre a nivel conductual, en su asistente de caza se ha ido diferenciando a lo largo de los siglos según la presa cazada, los cotos de caza y los medios utilizados por el propio hombre para matar a la naturaleza. De esta forma, la selección artificial llevada a cabo por el hombre ha provocado un enorme aumento de algunas fases de depredación natural, que aún se pueden observar en el lobo, y a disminuir o eliminar otras, especialmente la de consumo por parte del perro de la presa. .acaba de atrapar. Generalmente, sin embargo, la selección ha llevado, en los perros de caza, además a haber acentuado fuertemente el instinto depredador en detrimento de todas las demás formas de agresión, como la vigilancia y defensa del territorio o la agresión entre perros. La razón de estos cambios de comportamiento se planteó ya que los perros de caza tenían que ser auxiliares dóciles, dispuestos a entrenar y a menudo obligados a cazar en manadas.
Sin embargo, existen excepciones que confirman la regla, ya que se encuentran razas de caza que defienden instintivamente la casa de extraños, como el Alemán Bracco. En las diferentes razas de caza, el ser humano ha logrado seleccionar personajes que los convierten, en algunos casos, en cazadores aún más capaces y especializados que sus antepasados lobos: podemos mencionar, por ejemplo, la capacidad olfativa del Blood Hound, el extraordinario velocidad de los grandes galgos, como el Borzoi y el irlandés, este último capaz de alcanzar la presa identificada a la vista en pocos segundos, o la extraordinaria valentía de Dachshunds y terrier, que presentan una tenacidad y coraje tal que en la depredación salvaje a veces resultarían incluso desventajosos. El criterio fundamental utilizado, a lo largo de los siglos, por los criadores de perros de caza ha sido inherente a favorecer a los individuos que mejor podían realizar el trabajo que se les exigía.
Solo más tarde también se tuvieron en cuenta importantes criterios estéticos para la eficiencia de la caza, como la altura o la baja, la consistencia del cabello, el color del pelaje. Cabe destacar, sin embargo, que en los últimos años los criterios estéticos han prevalecido sobre los conductuales, provocando un importante deterioro de las peculiaridades conductuales. Todo criador sabe bien que es posible combinar la investigación y la atención a la estética con la selección para desarrollar habilidades en el campo de la caza. Es solo una cuestión de elección.