Se ha entendido que la caza sostenible puede mover una economía continental por valor de 16 millones de euros. Se trata de la figura que viene gastado anualmente por los cazadores para obtener licencias, alquileres, perros, viajes y equipo. La contribución en cuestión, sin embargo, también se refiere a la protección de la naturaleza y el territorio, gracias a la lucha contra la caza furtiva y el apoyo al desarrollo rural.
También se habló del investigación científica que se lleva a cabo sobre la vida silvestre, la restauración y la cocina relacionada con la caza: todos estos son elementos que generan puestos de trabajo, por lo que puede comprender bien el tamaño de esta economía. La caza, sin embargo, no solo puede medirse en términos monetarios, sino sobre todo en términos de cómo servicio ecosistémico capaz de apoyar a las comunidades rurales, proporcionando una alternativa seria al desarrollo sostenible.