A medida que nos acercamos a las preaperturas y a la apertura oficial de la temporada de caza, hay un problema que proyecta una sombra siniestra sobre el entusiasmo de los cazadores en Italia: los retrasos burocráticos que están afectando a la expedición y renovación de las licencias de caza. La situación se ha vuelto cada vez más crítica en los últimos meses, y algunos cazadores corren el riesgo de perder su esperada cita de caza debido a los atascos de tráfico en las comisarías de policía de todo el país. ¿Cómo surgió esta situación?
Los obstáculos burocráticos actuales son el resultado de dos factores principales, ambos relacionados con la epidemia de Covid-19 o, más bien, con el fin de las restricciones impuestas para contener la pandemia. Por un lado, con la eliminación de las restricciones a los viajes internacionales, muchos ciudadanos se han apresurado a acudir a las comisarías de policía para renovar o solicitar pasaportes, ansiosos por planificar viajes al extranjero.
Por otro lado, cabe recordar que las licencias de armas y otros documentos de identidad han visto ampliadas sus caducidades debido a las restricciones anti-Covid, con el fin de compensar la reducción del funcionamiento de las oficinas públicas.
Como resultado, las licencias de armas que vencían a partir de 2020 se extendieron hasta junio de 2022 (90 días después del fin del estado de emergencia, que finalizó el 31 de marzo de ese año). Esto creó una acumulación de trámites atrasados de dos años en comparación con el ciclo de plazos normal.
La pregunta que todo el mundo se hace ahora es: ¿qué hacer? El problema ya surgió el año pasado, pero este año parece ser aún más grave, con grandes retrasos incluso en la expedición de licencias de caza. Los cazadores que presentaron rápidamente la documentación para la renovación corren ahora el riesgo de perderse el inicio de la temporada de caza debido a la lentitud de la jefatura de policía en la tramitación de los trámites. Esto plantea la cuestión de qué hacer con los derechos de licencia gubernamentales ya pagados que pueden ser inútiles, así como la posible necesidad de reclamar una indemnización por los daños sufridos.
Es importante subrayar que la culpa no recae en la jefatura de policía ni en el personal, sino en la situación excepcional y la sobrecarga de trabajo provocada por la pandemia. La solución a esta situación parece ser ahora una cuestión de política nacional. Una posible solución podría ser una extensión de las licencias de caza que expiraron hace menos de un año, al menos hasta el final de la temporada de caza, como se hizo durante el período de emergencia de Covid. Sin embargo, los políticos tendrán que actuar rápidamente para evitar que esta tormenta perfecta golpee a los cazadores y comprometa su temporada.