La conjuntivitis puede ser causada por una infección o alergia, que afecta el ojo del perro. En algunos casos puede ser la alarma de la aparición de moquillo. La opinión del veterinario y una rápida intervención, en la mayoría de los casos, solucionan este molesto y doloroso problema del perro.
La conjuntivitis es la infección de la conjuntiva, la membrana mucosa que recubre el globo ocular y la parte interna de los párpados. Esta irritación puede ser provocada por alergias inducidas por polen u otras sustancias, como el polvo, o por infecciones provocadas por virus, bacterias u hongos, o finalmente por un cuerpo extraño. La inflamación puede afectar la esclerótica y se considera la dolencia más común que puede afectar el ojo del perro.
Los síntomas de la conjuntivitis difieren según la causa. Generalmente, tanto las alergias como las infecciones causan enrojecimiento severo de la conjuntiva, causado por edema y un aumento en el tamaño y número de vasos sanguíneos dentro de los tejidos conjuntivales. La secreción ocular es la que viene determinada por la conjuntivitis: las infecciones provocadas por microorganismos como bacterias y hongos provocan una secreción densa, amarilla o verdosa, hasta el punto de que los párpados podrían quedar "pegados" y permanecer cerrados, debido a la acumulación de pus en el 'ojo. En cuanto a las alergias, producen un drenaje claro o acuoso. El verano es el período en el que la conjuntivitis puede hacer su aparición con mayor facilidad, ya que es habitual que un forasacco (gramináceo arista) se infecte en el ojo, que si no se retira inmediatamente puede corroer la córnea provocando graves úlceras. Los forasacchi causan una inflamación severa de la conjuntiva y son difíciles de detectar si el ojo no se examina con detenimiento y de cerca.
El perro con conjuntivitis a menudo cierra los párpados y / o mantiene el tercer párpado extendido para cubrir parcialmente el globo ocular. Esta infección es especialmente dolorosa y molesta, hasta el punto de que el animal suele frotarse el ojo con la pata o contra objetos o el suelo.
Generalmente la conjuntivitis no es un fenómeno clínico que ponga en peligro la vida del perro, incluso si se hace demasiado tarde puede provocar ceguera. La conjuntivitis, en algunos casos, es la alarma de la aparición de una enfermedad más grave como el moquillo. La conjuntivitis se puede transmitir ya que es contagiosa. La mejor forma de tratar esta afección es intervenir de inmediato. La terapia a seguir puede anticiparse mediante una prueba de cultivo para establecer si la causa es de tipo infeccioso, qué tipo de microorganismos están involucrados y qué fármacos son inmunes, con el fin de organizar un tratamiento eficaz. La terapia suele consistir en la administración de colirios o pomadas oftálmicas en los ojos, que se aplican respectivamente cada 4-6 horas y dos o tres veces al día.
Si sospecha que la causa es alérgica, se aplican medicamentos antiinflamatorios, generalmente cortisona, sujeto a la exclusión de la presencia de úlceras corneales, mientras que si la causa es atribuible a una infección, se usan medicamentos bactericidas o fungicidas. En casos demasiado comprometidos, el veterinario puede adoptar antibióticos para administrarlos por vía oral, además de colirios o pomadas oftálmicas. La mayoría de los casos responden al tratamiento, aunque la recuperación completa puede llevar una o dos semanas. Una vez erradicada la infección, es decir, ha desaparecido el enrojecimiento y la secreción, será necesario continuar con el tratamiento incluso varios días después de que el ojo haya recuperado su aspecto normal. Además, la higiene ocular es fundamental: se recomienda limpiar suavemente los párpados de moco o pus con una gasa o algodón empapado en agua tibia, antes de aplicar los fármacos en el ojo. Evite el peróxido de hidrógeno para la limpieza.
Como ocurre con todas las enfermedades que afectan a los perros y a los animales en general, se recomienda encarecidamente escuchar la opinión del veterinario, para no agravar la situación y adoptar la terapia adecuada.