La respuesta más equivocada y también la más peligrosa que un administrador público puede dar a
esta amenaza de la Peste porcina africana es eso demagógico. Esta terrible enfermedad vírica, que, hay que recordarlo, no es transmisible en absoluto al hombre, afecta a cerdos y jabalíes y además de ser altamente contagiosa es muy a menudo letal para animales que se ven afectados. Las epidemias de PPA no involucran a la humanidad desde el punto de vista clínico, pero tienen fuertes repercusiones económicas en los países donde ocurren. En juego, por lo tanto, fíjate, no hay caza ni cazadores sino todo un y vasto sector productivo que es el de la porcicultura italiana.
Dicho esto, sólo resta añadir que una enfermedad tan devastadora requiere un enfoque estrictamente científico que no deja ni un milímetro de espacio a la ideología animalista esa, por así decirlo, de los pobres “bambi” y los pobres jabalíes. Ceder a las falsas quejas de quienes, con la excusa de querer salvar a los pobres jabalíes, tienen como único fin castigar a los cazadores con absurdas prohibiciones, sería no haber entendido la gravedad del problema anteponiendo el animalismo a la ciencia. En Italia, con la exclusión de Cerdeña, estamos bastante desprevenidos para afrontar este flagelo pero basta mirar a nuestro alrededor y atesorar las medidas adoptadas por otros países que, en cambio, se vieron obligados a afrontar antes que nosotros. el problema también era mucho más amplio en alcance.
En este sentido, bastaría con analizar las estrategias científico-técnicas introducidas, por ejemplo, por la República Checa que, no sólo no ha cerrado la cacería de forma ilógica sino, por el contrario, usó todos los cazadores, junto con las fuerzas policiales y militares, para desactivar con éxito una amenaza que venía de Polonia donde, por el contrario, se habían tomado medidas diferentes y con resultados decepcionantes.
Por tanto, en lugar de prohibir las actividades cinegéticas -disposición injusta entre otras cosas, porque afecta a una sola categoría y no, por ejemplo, al resto de visitantes y usuarios de los bosques y del medio natural en general-, sería necesario que los administradores de las zonas afectadas tenían la determinación y el coraje de no resbalar en el terreno traicionero de la demagogia, en cambio, adoptando una estrategia que solo puede llevarse a cabo con la colaboración convencida y preparada de los cazadores. Y bien hizo el MIPAAF para seguir, hoy mismo, este camino por el cual, todos deben estar seguros, cada cazador sabrá hacer su parte y su deber como ciudadano (fuente: ANLC).