Técnica de grabado con cincel y operación Ageminatura
El acero está grabado de la misma manera que para el grabado puntiagudo normal. A continuación, se excavan adecuadamente las partes que deben servir de fondo para resaltar las formas del adorno o de las figuras que se van a obtener para que estas tomen un relieve en el fondo. En este punto, el grabador comienza a utilizar cinceles o cinceles de forma adecuada y realiza el cincelado real moviendo y golpeando el material para obtener las formas deseadas.
Parece hecho de inmediato pero en cambio incluso aquí, y quizás sobre todo aquí, se requiere una preparación y experiencia específicas ya que existen infinidad de sistemas y medios para obtener el efecto deseado que son parte del bagaje de cada intérprete.
También llamada "dañina", esta operación consiste en colocar un metal noble en el acero (casi siempre oro, pero también plata y platino).
En primer lugar, se graba el acero con el sistema de puntos habitual y, con una profundidad proporcional al diámetro del hilo metálico a utilizar (el diámetro se elige en función del resultado que se desee obtener; normalmente entre 2/10 y 7-8 / 10 mm). La ranura se traza en "cola de milano" que es más ancha en la base que en la parte superior. En este punto, con una plancha especial, el alambre de metal, por ejemplo de oro, se empuja hacia la propia ranura. Dado que el oro es maleable, debido a la presión ejercida se expande dentro de la ranura quedando sólidamente adherido allí. Si la operación se realiza de forma artesanal, ya no será posible retirarlo. Cuando es necesario tener una superficie mayor recubierta de oro, se incrustan de esta manera tantos hilos vecinos y luego al golpear la parte de ellos que sale esta se ensancha y se obtiene la superficie deseada. A veces, según las necesidades de la obra, se puede utilizar incluso oro en láminas muy finas.
Al final de la operación, si realiza un reajuste "al ras", simplemente limpie la superficie de la pieza nivelando el oro con el acero. Si lo desea, puede grabar el oro con el buril exactamente como en el resto de las piezas de acero. Sin embargo, no se necesitará nada más si la remesa consiste únicamente en hilos o remesas de ancho mínimo.
En otros casos, sin embargo, el oro vuelto a colocar debe ser cincelado y luego será necesario ajustar la elección del diámetro del alambre y la profundidad de la ranura para tener suficiente material que salga de la propia ranura y que se puede cincelar de la misma forma que se utiliza para el acero. Este tipo de trabajo plantea más problemas con respecto a la certeza de que el oro no se desprende durante el uso del arma. La experiencia y la técnica aún vienen al rescate con "trucos" particulares.
Estos cuatro sistemas, descritos de forma sintética, no quieren ser una clasificación oficial del material sino que, en el espíritu de la obra, solo dan una idea de las diversas técnicas empleadas. Las variaciones o el uso de varias técnicas al mismo tiempo es muy frecuente, especialmente en los trabajos más exigentes.
Bastará mencionar algunas de estas variaciones: grabado tallado, medio cincel, grabado cortado o esculpido, cincel sobre remesas, calados, trabajos en bajorrelieve o altorrelieve, incrustaciones, etc.
La fotografía muestra un escudo hecho de una lámina de oro con un grosor de aproximadamente 5 décimas de milímetro. Se coloca una forma correspondiente a las formas a obtener sobre una lámina de oro de aproximadamente 25 por 20 milímetros, y a través de esta se traza el diseño con una punta muy fina. Esta operación también se puede realizar con un pantógrafo pero en ambos casos se debe preparar primero la forma original.
Una vez obtenido el dibujo con las herramientas de calado o con el pantógrafo, se crean todos los huecos quitando el oro en las partes correspondientes. En este punto se coloca la forma así obtenida sobre la parte de madera sobre la que se quiere aplicar y con la punta habitual se traza los contornos sobre la madera. Luego procedemos a excavar la madera mediante pequeñas herramientas especiales en las partes que corresponden a la plenitud del encofrado para que, una vez finalizada la operación, el encofrado en sí encaje perfectamente en la madera. Para apreciar el trabajo hay que tener en cuenta las medidas. En este punto se graba la placa con un buril con ayuda de una lente, para dar efectos a las hojas y poner alguna escritura en la cinta o las iniciales del dueño del arma en el espacio central vacío.