"Todos los años, como hacía mi padre, entreno a nuevos voladores. A alguien le parece una tontería, pero yo lo prefiero así, ¡para evitar que adquieran vicios difíciles de erradicar!”, me señala Emiliano.
La escalera para montar cobertizo es bastante corto El matorral mediterráneo en el que se asienta es denso pero bajo y unos pocos metros son suficientes para emerger más allá de las copas de frondosos árboles. Una vez que nuestros ojos van más allá del cabello se inundan de tanto cielo, tanto mar y tanta belleza que pierden el aliento.
El sol se asoma por el sureste regalándonos un amanecer espectacular que hace brillar la superficie del mar y, como por arte de magia, nos hace ver los perfiles de tierras hasta ahora invisibles. "Desde aquí se puede ver Talamone, Argentario, Giglio, la isla de Montecristo, Elba y, si se aclara un poco, podremos ver los picos de Córcega.”, hipnotizado sigo el dedo de Emiliano que toca el horizonte. Un horizonte conocido y querido para él, y lo envidio un poco.
"Deberíamos tener los curas más bellos a nuestra izquierda."-Emiliano me dice-"Los rebaños vienen del interior de Cerdeña y Córcega, pero con un día tan ventoso apenas cruzan el mar. Una vez en el mar deben girar y si les creen a los voladores, ya está..
El primer gran rebaño sale, en efecto, de una loma a nuestra izquierda, llamada Poggio Perone y de allí baja por un desfiladero en dirección a nosotros. Emiliano comienza a maniobrar convulsivamente émbolos y raquetas con movimientos rápidos y precisos. Los volantes lanzados hacen una trayectoria estrecha antes de regresar al cobertizo. Al principio, la gran manada no parece creerlo, pero luego, de repente, los numerosos puntos en el cielo toman una forma cada vez más definida. Con los tiros de las tres chozas las primeras cuatro palomas torcaces están en el suelo. Lástima que no se produzca la misma situación en los tratamientos posteriores: las palomas torcaces siguen llegando pero, por desgracia, no caen. Será por la emoción de ser fotografiado o por el asombro ante la abundancia que viene del cielo, pero las cacerolas se suceden intercaladas con unas lindas tomas. "Cuidado con Poggio Peroneee”Parece ser la consigna de hoy: la mayoría de los vuelos vienen de allí y se precipitan sobre el cobertizo atraídos por el juego perfecto de volantes.
“¡Quién lo hubiera pensado, Vincenzo! ¡Este día fue sin expectativas y en cambio miren qué hermosos tratamientos disfrutamos!”. Emiliano me dice satisfecho, mientras nos demoramos en calentarnos con el sol ya alto. Miramos las palomas torcaces dispuestas al pie del cobertizo, custodiadas por los labradores. "La bolsa de juegos es muy respetable pero en un día como este sin duda podría haber sido más rico"-comenta Emiliano-"pero créanme, mi mayor satisfacción no es tenerlos ahí, sino verlos llegar al galpón mientras creen mis volantes.