Desde hace algún tiempo, el debate sobre temas relacionados con la caza se ha centrado cada vez más en los ungulados y la relación entre la presencia de estas poblaciones y los daños a la producción agrícola. Es igualmente cierto que estos temas críticos han provocado, lejos de ser el centro de atención, una gran emergencia que viene caracterizando desde hace años el cambio en las costumbres y prácticas cinegéticas de muchos cazadores. Nos referimos a la pequeño juego sedentario, una vez “noble”, que ahora vive una crisis dramática que a veces parece irreversible. Las causas, como ocurre con todos los problemas complejos, son múltiples y, a menudo, están vinculadas.
La mala gestión de la vida silvestre y algunas prácticas cuestionables ciertamente han agravado el problema; sin embargo, sería un error identificarlos como el corazón del problema en sí, ¡porque no es así! En un artículo reciente que se publicará en el número de abril de la revista Sentieri di Caccia, el Dr. Francesco Santilli señala cómo la rarefacción de especies, una vez abundantemente presente en los territorios de la campiña toscana, ahora es solo un recuerdo. No nos referimos solo a la perdiz gris, a la rarefacción de los otros galliformes y en parte de los lagomorfos, sino también a otras especies pertenecientes a la avifauna propia de los ambientes agrícolas. Como bien abordó Santilli está claro que la crisis de estas especies está ligada al empeoramiento de las condiciones ambientales de las zonas agrícolas lo que a su vez repercute negativamente en todo el ecosistema de nuestro campo. No en vano se observa desde hace décadas un declive de toda la avifauna de ambientes agrícolas como las alondras y muchos otros paseriformes.
Debemos señalar que las políticas agroambientales emprendidas hasta ahora a nivel de la UE no han producido los efectos deseados. La pérdida de biodiversidad no parece detenerse. No basta con tener producciones de nicho orgánico, cuando en la mayor parte del territorio las técnicas agrícolas siguen siendo escasamente sostenibles porque se caracterizan por el monocultivo, el uso indiscriminado de plaguicidas y un procesamiento cada vez más rápido y frecuente que deja la tierra al descubierto durante largos períodos. Incluso en Europa hay dudas sobre estos aspectos, pero sobre todo hay experiencias y proyectos que conviene asumir e implementar también en nuestro país, a través de una estrategia clara compartida con las Regiones, ATC, asociaciones de caza y agricultura. Una de las experiencias agro-fauna más avanzadas que se está convirtiendo en el punto de referencia en Europa es el Proyecto Allerton; un proyecto realizado en Inglaterra con el objetivo de recuperar la caza menor que, sin embargo, ha tenido importantes repercusiones en toda la biodiversidad (desde las mariposas hasta la avifauna).
En España, el Ministerio de Agricultura ha creado “Agro-hábitat”, un grupo operativo sobre agricultura sostenible y biodiversidad. Para liderar este grupo se denominó Fundación Artemisan, una organización científica que es expresión de las asociaciones de caza españolas. En Francia, las asociaciones de caza lanzan cada año iniciativas para hacer la agricultura más sostenible. Los cazadores se ofrecen como voluntarios para proyectos de plantación de setos para combatir la erosión y crear mejores condiciones para la vida silvestre. También existen proyectos de colaboración con el mundo de la viticultura para hacer esta actividad más sostenible también desde el punto de vista faunístico. También se han logrado ejemplos virtuosos en Italia y en algunas realidades de nuestra región, donde hemos logrado determinar resultados importantes contra la tendencia. Ejemplos de buen manejo que involucran numerosas Áreas de Repoblación y Captura y también Empresas de Caza de Vida Silvestre innovadoras, donde se ha podido restablecer una relación sólida y fructífera entre agricultura y biodiversidad. Por ello sería recomendable realizar un relevamiento nacional de todas estas experiencias positivas que se encuentran esparcidas por todo nuestro territorio, ya sean instituciones públicas como las Áreas de Repoblación y Captura, o si se trata de instituciones privadas como las Empresas de Caza de Vida Silvestre, con el fin de demostrar que la relación entre agricultura y biodiversidad no está definitivamente comprometida, sino que puede reconstituirse precisamente a partir de una buena gestión de la fauna cinegética.
El advenimiento de la agricultura orgánica puede dar una enorme ayuda al cambio de las condiciones agrícolas y al rostro de un territorio que ha sido distorsionado durante años por prácticas agronómicas enfocadas al monocultivo y maximización de la producción. Algunos golpes en esta nueva dirección parecen haber sido ya batidos tanto por Europa, con los nuevos ejes estratégicos previstos en la reforma de la nueva PAC, como por el Parlamento italiano hace apenas unos días en la Cámara de Diputados. El 26 de febrero se aprobó una moción unánime de todos los diputados pertenecientes a los distintos campos políticos, de alto valor estratégico. La ley compromete al gobierno a limitar el uso de pesticidas en la agricultura para garantizar un alto nivel de protección en la salud humana, animal y del ecosistema. Los datos son impresionantes; en nuestro país se utilizan anualmente 130.000 toneladas de plaguicidas, los cuales contienen 400 sustancias diferentes y extremadamente nocivas para la contaminación de hábitats, suelos, agua y alimentos. La posibilidad que permite la ley de tolerar en cada producto agrícola hasta 10/20 residuos diferentes de productos de moléculas sintéticas peligrosas conduce a efectos sinérgicos fuertemente negativos. La moción compromete al gobierno a revisar el Plan Nacional sobre productos fitosanitarios imponiendo un monitoreo más cuidadoso y puntual también para la protección del agua. Una serie de compromisos que apuntan a la sustitución de un modelo de agricultura intensiva con cargas químicas muy pesadas, además de energía. Un intento concreto de potenciar la agricultura ecológica y con ella los efectos positivos para la vida silvestre. Por tanto, cuestiones complejas sobre las que es necesario repensar una estrategia también por parte del mundo cinegético. La Confederación de Cazadores de la Toscana hará su parte. ¡Dejar el camino del conflicto y cuidar el futuro de la caza con preparación y modernidad es nuestra tarea pero también nuestro deber!