virus de apariencia
Nadie duda de que hoy vivimos en el triunfo de la apariencia. La televisión basura y las redes sociales son los escenarios ideales para este tipo de "fama", una celebridad que tiene el único mérito de haber sabido aprovechar el momento y el lugar adecuados para mostrarse. haciendo algo sensacional y fuera de lo común, quizás incluso simplemente por la estupidez e irracionalidad de la idea... que quizás resulte ganadora. De ello se deduce que estamos llenos de "calabazas vacías" que circulan por la red, las redes sociales y las pantallas planas, que son admiradas y envidiadas como si fueran premios Nobel. Ni siquiera nuestra pasión se libra de este clima cultural. De hecho, el virus de la apariencia a cualquier precio también ha infectado a algunos de los cazadores, ciudadanos entre otros que, por este motivo, no escapan a las leyes que rigen nuestra sociedad. La diferencia respecto a épocas pasadas es que actualmente la exhibición de la bolsa de juego (porque de eso queremos hablar brevemente) se realiza a través de las redes sociales y, por tanto, con una amplitud de impacto sin precedentes. Los teléfonos inteligentes y diversos dispositivos que permiten el acceso a la web están ahora en manos de todos.
Los maestros de la lente
Su bondad o no depende exclusivamente del uso que hagamos de ellos. El deseo que parece impregnar a algunos cazadores de publicar fotografías o películas con cuadros ricos es evidente para todos. Sin embargo, la fotografía, incluso en esta época histórica, en la que cualquiera puede presumir de ser un maestro del objetivo gracias a instrumentos electrónicos que lo hacen (casi) todo por sí solos, siempre sigue siendo un arte. Por tanto, no sólo asistimos a publicaciones de fotografías de bolsas de caza demasiado abundantes o con poca consideración de las especies retratadas respecto al momento en que fueron cazadas, sino también en las que los animales salvajes sacrificados son tratados de forma indigna. manera: indignos de sí mismos, sacrificados en el altar de nuestra pasión. Los animales se amontonaban indiscriminadamente, como montones de madera mal hecha; pájaros rígidos en posiciones antinaturales por el rigor mortis, tan despeinados que no queda claro dónde están la cabeza y la cola, tirados despatarrados sobre la mesa del salón o sobre el capó del coche; jabalíes amontonados en cajas de remolque (a pesar del respeto a la bioseguridad, fundamental en la era PSA), etc.
Crítica feroz
Todo esto es una falta de respeto y una tontería, que expone a toda la categoría a duras críticas por parte de los sospechosos habituales, además de alejar las posibles simpatías que vendrían del gran grupo de los indiferentes a la caza, es decir, de nuestros conciudadanos que no están en contra. pero quién podría llegar a serlo, también por estos motivos. Esto no significa que todos los cazadores no sean respetuosos, ni mucho menos. El problema es que los respetuosos, los éticos, los que no están contagiados por las ganas de aparecer, en realidad no aparecen porque no publican. Vayamos más lejos. El meollo del problema no es la publicación de fotografías de bolsas de caza en sí, sino los métodos de captura con el fin de publicarlas. La esencia y la ética del buen cazador, mucho más que la matanza de muchos animales, se miden por la equidad hacia los animales salvajes, antes y después de la cosecha. Una actitud que, por tanto, se encuentra también en la forma en la que cada uno de nosotros trata y retrata los ejemplares resultantes de la caza. ¿Qué se necesita para mostrar cariño por cada uno de ellos?
Ética y estética
Basta disponer a los sujetos individuales en posiciones naturales, distintos entre sí, con plumaje compuesto si son aves, o evitando agrupaciones aleatorias si son ungulados o lepóridos. Evitamos las grandes multitudes. Elijamos un bonito fondo o un bonito contexto. Reunamos algunos elementos que componen un cuadro que despierte fascinación, no repugnancia. Los cadáveres están sin vida por definición, pero no así en su apariencia externa y el valor simbólico de lo que representaron en vida, por lo que exigen respeto. No son simples masas de plumas, pieles y carne que deban ser tratadas con descuido porque constituyen los números: quien piense así haría mejor en renunciar a la caza. Al finalizar la acción de caza, si tiene éxito, se derrama la sangre del animal salvaje. Por eso, a la hora de tomar una fotografía o grabar un vídeo, todos estos elementos deben ser sublimados en atención a un aspecto que es, al mismo tiempo, ético y estético. Hablamos sólo de fotografías y vídeos de caza que, sin embargo, precisamente porque vivimos en el culto a la imagen y a la apariencia, cobran mayor relevancia al haber tantos ojos mirando. Nos impedimos ir más allá de ciertos límites. No serán unos pocos "me gusta" menos por parte de los tiradores lo que disminuirá la autenticidad y la fuerza de nuestra pasión por la caza, así como nuestro auténtico valor como cazadores... al contrario. ¡Buena suerte! (fuente: ANUUMigratoristi)