Es uno de los temas centrales de la caza moderna, que no puede basarse en reglas abstractas, sino que debe partir de la consistencia real de la fauna.
La introducción del concepto de control de animales sacrificados nació en la década de los 70, con el carnet regional de caza, en el que el cazador anota la salida y los animales capturados, pero es solo con la llegada de Ley 157 / 92, que introduce los conceptos fundamentales de vínculo cazador-territorio y caza programada, que lo que una simple herramienta de control se convierte en un elemento de evaluación y una potencial herramienta estadística de mayor importancia. Considerar juego un recurso infinito fue el gran error que caracterizó el período comprendido entre las décadas de 50 y 70:
el nuevo bienestar económico, la movilidad dada por el boom automotriz y la convicción de que la introducción del juego importado podría equilibrar la toma realizada han contribuido a esta visión miope y superficial. Hoy nos acercamos con una actitud más responsable y científica a vida silvestre, y la recopilación de datos reales sobre las prendas sacrificadas se convierte en un elemento estratégico, así como en un retrato fiel de la realidad, indispensable para desentrañar leyendas y exageraciones por parte del mundo anti-caza, que se aprovecha en gran medida de la falta de información. . Para la migración, en un país como el nuestro, que carece de observatorios ornitológicos operativos a tiempo completo, los datos sobre especies muertas, períodos y lugares de captura brindan información insustituible, que puede respaldar al mundo científico incluso para cambios en calendario y solicitudes de exenciones. El tratamiento de los datos es siempre decisivo, es decir, la comparación entre prendas efectivamente sacrificadas y consistencias teóricas, entre previsiones y resultados concretos, que en ocasiones no coinciden, pero que en todo caso aportan un elemento objetivo de evaluación. En la zona de los Alpes, por ejemplo, donde los censos se amplían a la valiosa fauna alpina (perdiz de roca, urogallo negro, liebre blanca, liebre variable) el hallazgo de animales sacrificados es un elemento clave: en muchos casos, si no se alcanza al menos el 50% de los sacrificios esperados a mitad de temporada, se puede suspender la caza, considerando la la consistencia de la fauna también está en riesgo. Obviamente, para llegar a una transparencia efectiva de los datos se necesita un manejo correcto: de nada sirve saber cuántos animales han sido capturados en el ATC, si muchos de estos, desafiando la ley nacional, insisten en "lanzamientos programados" ( ¡hasta 3 por temporada!) para garantizar a todos un faisán ¡En la sartén! En la búsqueda de selección, la información sobre la colección es muy completa, pero no siempre se utiliza bien. Los selecontrollers pierden horas en los centros de control midiendo el peso, la longitud del corvejón, la altura a la cruz, viendo las mesas dentales y los trofeos, pero las tarjetas completadas en su mayoría terminan en depósitos polvorientos, en lugar de ser transferidas rápidamente a las bases de datos apropiadas: los datos burdos se guardan, pero se pierde información valiosa. La coordinación y el procesamiento de los datos recopilados son y serán cada vez más la base de la planificación de la caza. Algunas Regiones ya están trabajando en esta dirección y publican los datos sobre el sacrificio anualmente, pero no existe una coordinación nacional que permita una legibilidad razonable, especialmente en lo que respecta a los migrantes que son patrimonio transnacional. En un futuro próximo, el cazador debe convertirse en la fuente decisiva de información, desde el paseriforme hasta el ciervo, desde la evaluación de la consistencia hasta la matanza. Partirá de los datos numéricos simples, integrándolos con notas sobre la especie, su estado de salud, peculiaridades y anomalías conductuales y dietéticas. Hasta ahora poco se ha sacado de todo esto y casi solo por pasión en la indiferencia de las instituciones, por lo que este trabajo se considera una pérdida de tiempo. Es hora de revertir la tendencia e invertir en cada vez más personal capacitado en el sector público de fauna silvestre, pero también dentro de las propias asociaciones de caza, cuya función de vanguardia en el crecimiento y educación del cazador debe ser cada vez más valorada. Ya podemos proporcionar los números, estamos construyendo la competencia para elaborarlos.