Caza, repoblación y captura: los pros y los contras de las tres técnicas más populares para capturar galliformes; la jaula, la prodina y las redes verticales.
En las zonas de repoblación, la captura de la naturaleza es un deber que los cazadores más capaces realizan con ciclicidad ya que la actividad garantiza la abundancia durante todo el año. Cuando hablamos de captura de galliformes con fines de repoblación, nos referimos específicamente a ingeniosas técnicas diseñadas para el faisán, pero también para la perdiz roja y la perdiz gris.
Sin embargo, no todos los galliformes son objeto de captura con fines de reproducción natural y repoblación: no pasaría por la cabeza de ningún cazador, por ejemplo, meter una perdiz de roca en el saco dada la considerable dificultad que representa no solo el carácter salvaje. del animal sino también por los peligros que impone su hábitat natural.
Como se mencionó, el galliforme más simple y versátil de atrapar es el faisán que vive en las áreas de repoblación y captura. Esto significa que de estas áreas es posible recolectar un número predeterminado de faisanes anualmente que serán trasladados a áreas vecinas. Los números y métodos los deciden anualmente las administraciones locales gracias sobre todo a cálculos científicos basados en los censos que se realizan en la zona.
Dicho esto, lo que realmente interesa al cazador que se ocupa de la captura de faisán o galliformes en general, son las técnicas que intentará implementar. Entre los más populares se encuentra ciertamente el uso de jaulas trampa, el uso de redes verticales o prodine. Para elegir la mejor técnica se deben tener en cuenta varias variables, pero sobre todo cuántos operadores se ofrecen voluntariamente para la captura y cobertura del territorio que podrán garantizar.
El uso de jaulas es sin duda el método más utilizado precisamente porque se considera el más seguro y eficaz, pero también el menos sanguinolento, ya que el riesgo de daño al animal se reduce al mínimo. Este es un elemento que no debe subestimarse, dado que la caza capturada debe ser de excelente calidad: su función será la de repoblar las zonas vecinas y solo podrá hacerlo si se encuentra en plena salud. Las jaulas suelen estar hechas con un marco de varilla de hierro, cerrado con una red hecha con cuerda. Menos apreciables son las que tienen malla de alambre, aunque sea de gran tamaño: el animal en la jaula, batiendo sus alas y esforzándose, podría lesionarse.
Normalmente estas trampas se colocan mucho antes de la captura en los lugares donde se alimentan los faisanes, en las zonas marginales del bosque o cerca de zonas arbustivas. De esta forma las aves se familiarizarán con las jaulas que no pocas veces serán alimentadas con granos cuando aún están vacías. Una vez que se haya ganado la confianza de la naturaleza, las trampas serán cargadas y monitoreadas con cierta frecuencia, especialmente durante las horas de comida de los faisanes.
La ventaja indiscutible que demuestra este tipo de técnica está representada por el hecho de que las trampas no tienen que ser monitoreadas continuamente por los operadores que en los últimos tiempos se vuelven cada vez menos numerosos.
Otra técnica interesante es la de la prodina: es una trampa mecánica que es accionada directamente por el operador. Para realizar la prodina, se deben colocar dos marcos paralelos al suelo sobre los que se montarán las redes de cuerda. Para utilizar este tipo de trampas es imprescindible estar en un terreno llano muy frecuentado por faisanes. Al igual que en el caso de las jaulas, los animales deberán acostumbrarse a la trampa que se montará unos días antes de la captura. La zona también tendrá que hacerse más apetecible gracias al uso de granos esparcidos aquí y allá.
La técnica tiene sus fortalezas y debilidades: lamentablemente requiere la presencia de al menos una persona en el lugar, sin embargo, la captura demuestra ser de mejor calidad, especialmente porque la trampa se activa solo en el caso de idoneidad de los sujetos a los que apunta. para capturar.
Por último, estamos hablando de redes verticales que, a diferencia de otros tipos de trampas, requieren una gran cantidad de operadores disponibles. De hecho, los faisanes son empujados hacia las redes, exactamente como podría suceder en un viaje de caza real. Las redes, plantadas poco antes, se fijan al suelo con dos postes de madera de no menos de 6 metros de altura a los que se fija una red vertical que efectivamente se convierte en una barrera contra la que chocan los faisanes. Por supuesto, posicionar la red en el lugar adecuado es fundamental: debe estar en un paso obligado y en ese caso se vuelve realmente eficiente y espectacular.