Caza: los riesgos del tiro de plomo, lo que debe hacer un cazador cuidadoso
La ventaja de un tiro puede dejar rastros en el juego. Y si. Este riesgo se conoce desde hace varios años, pero una nueva investigación actual muestra que pequeñas partículas de plomo pueden permanecer en la carne independientemente de cómo se cocine. Así lo demostró una investigación realizada por expertos de la Foundation for Waterfowl and Wetlands (WWT), en colaboración con investigadores británicos y el Institute for Research in Resource Hunting (Irec). El plomo es, de hecho, un metal pesado y muy tóxico para los animales. Las formas en que el plomo entra en contacto con la carne del animal pueden ser tanto a través de las huellas que el disparo de los cartuchos puede dejar en la herida; pero también las balas que permanecen en el suelo durante años dentro de los cuales los animales continúan alimentándose.
Pero, ¿qué daño puede causar el plomo a la salud humana? Los síntomas más característicos, tras un exceso de metal en los alimentos ingeridos, son daño renal, anemia e hipertensión.
Entonces, para evitar los peligros conocidos del plomo, se buscan alternativas. Como, por ejemplo, el uso de balas fabricadas con materiales disímiles, como el cobre (menos tóxico) o el acero.
Hasta hace unos años se creía que la posibilidad de contaminación por plomo era muy limitada. Se creía, de hecho, que bastaba con eliminar los residuos de pellets de la canal y cocinar la caza para comerla de forma segura. Los fragmentos de bala, por otro lado, suelen ser muy pequeños, se extienden a través de la herida y permanecen en diferentes partes de los tejidos.
Los expertos, que han realizado su estudio de seis especies en el Reino Unido, se dan cuenta de que el riesgo de exposición al plomo es mayor de lo que cabría esperar, especialmente para los niños y los grandes consumidores de carne de res.
Todas las canales utilizadas se hornearon en el horno. Los resultados de la investigación muestran que parte de la muestra excedió el nivel máximo de plomo considerado seguro por la Organización Mundial de la Salud (es decir, 1,75 mg en una dosis semanal para una persona de 70 libras). Durante el estudio, los trozos de carne se cocinaron y luego se retiraron los gránulos. La pantalla de rayos X mostró que mientras se retira la bala, las concentraciones del metal se mantienen, especialmente con la interacción dada por el uso de un ácido de cocción, que puede ser un ingrediente como el vinagre (que facilita la disolución del plomo en carne).
Como sabemos, la mayor parte de la carne de caza se destina al consumo personal. De hecho, son los propios cazadores, acompañados de amigos y familiares, los principales consumidores, muchas veces subestimando el riesgo potencial para la salud de estas carnes.
Pero, como exige la ley, sería preventivo aplicar rigurosos exámenes veterinarios después del sacrificio, especialmente sobre la triquinelosis en los jabalíes (una enfermedad causada por las larvas de Trichinella spiralis). El cazador puede tomar muestras de diferentes partes de los animales capturados.
Entonces, ¿qué hacer para minimizar los riesgos? A continuación se presentan algunas pautas que el cazador debe tener en cuenta: es importante utilizar guantes de látex o nitrilo para tratar la pieza; es necesario verificar la apariencia externa para evaluar el estado general del animal; además, el animal debe ser eviscerado lo antes posible; y luego, es necesario transportar la carne en las mejores condiciones higiénicas, guardarla en el frigorífico y comerla cocida o asada; finalmente, es necesario evitar dejar las entrañas de los animales cazados a los perros.
Estas son solo indicaciones mínimas, pero las personas que se dedican a la caza deben, por regla general, conocer las enfermedades de los animales, las normas técnicas e higiénicas para el manejo de la carne y la legislación vigente en la materia.