El artículo de Matteo Viviani, emitido durante el episodio del martes por la noche de Reservoir Dogs. Al instrumentalizar hechos dramáticos y gravísimos pero afortunadamente aislados, se han vuelto a proponer los estereotipos habituales de que los ciudadanos portan armas como un grave peligro para la sociedad. Sin embargo, observamos que:
1 - el servicio evita cuidadosamente mencionar la investigación de la Universidad de Roma La Sapienza *, que analiza un período de once años (2007-2017) con gran detalle desde el punto de vista de un tercero y decididamente autoritario extraído acríticamente de lo habitual asociaciones desarmadoras y, por tanto, implicadas ideológicamente;
2- al respecto, una verificación más certera de los datos reportados de manera sumaria y distorsionada permite afirmar que un buen tercio de las 51 víctimas citadas han sido forzosamente incluidas en la lista, solo para hacerla más sustancial y sensacionalista, ya que es en realidad delitos con armas ilegales (3), eutanasia o actos compasivos (4) o "suicidios asistidos" por una persona que consienta (5), delitos cometidos con armas robadas al guardián sin custodia (5), delitos cometidos con ordenanza de armas (2 ), accidentes (1) etcétera ...
3 - los números propuestos son inconsistentes: estamos hablando de titulares de licencias de armas por tiro al plato pero luego se les imputa, sin especificación alguna, por delitos cometidos con armas en poder de titulares de otro tipo de licencia que en total son unas 8-10 veces más numerosos (surgiendo así una incidencia estadística mucho menor);
4 - Insistimos en representar la licencia de armas para tiro al plato como un "atajo" para comprar armas y omitimos, como siempre, considerar que las mismas armas también se pueden comprar con la autorización de Quaestor;
5 - se compara a los poseedores de armas de fuego deportivas con los miembros de las federaciones, como si no hubiera cientos de miles de deportistas amateurs que practican el tiro a nivel recreativo sin estar registrados en ninguna federación;
6 - Es muy grave no solo afirmar o volver a insinuar que la obtención de una licencia de armas de fuego es una mera formalidad, degradando así toda la investigación de la PS y el sistema de control médico de los solicitantes, sino más aún para que no existan controles sobre portadores de armas y que una vez emitidas las licencias son imposibles de revocar (!), cuando todos sabemos que por el contrario es extremadamente fácil perder armas y licencias para cualquier denuncia y que los portadores de armas a menudo tienen que verse a sí mismos como víctimas de Actos de administración como consecuencia de denuncias e informes instrumentales cuando no sean totalmente falsos ni siquiera por parentesco, amistades o conocidos considerados "de mala reputación".
Todo ello, por supuesto, sin ninguna contradicción pero simplemente convirtiéndose en el megáfono mediático de las asociaciones para el desarme de la ciudadanía. No solo eso, sino que incluso yendo tan lejos, anoche, para borrar cientos y cientos de comentarios dejados en su página de Facebook por tantos propietarios de armas que se sintieron (¿desmotivados?) Ofendidos y difamados por el servicio en cuestión, confirmando así la orientación parcial. de los autores y editores, que luego de haber difundido tan vergonzoso reportaje ni siquiera tienen el coraje de aceptar las consiguientes y necesarias críticas.
Evidentemente somos cercanos y solidarios con las víctimas, directas e indirectas, de los graves delitos manifestados en el servicio y somos los primeros en argumentar que los controles a los portadores de armas deben ser eficientes para salvaguardar la seguridad pública y reducir tanto como sea posible o, con suerte, eliminar abusos y accidentes, pero francamente solo podemos condenar cualquier generalización y cualquier criminalización de una categoría completa compuesta por más de cuatro millones de ciudadanos cuidadosamente seleccionados y controlados por la Autoridad del PS y cuya tasa criminógena real es sustancialmente igual a cero (<0,001%), ni creemos que desacreditar continuamente a los poseedores de armas legales invocando restricciones puramente prohibitivas sea en modo alguno útil para resolver los problemas planteados.