la gamuza
Al borde de la vegetación arbórea comienza el mundo del rebeco que vive sin problema hasta en las cumbres más altas. Sin embargo, su espíritu de adaptación en los últimos tiempos le ha ido empujando a vivir incluso a 400 metros sobre el nivel del mar, siempre que en los alrededores existan ambientes exquisitamente rocosos. Odia el calor, pero con el frío no tiene problemas y vive tranquilo hasta los -20º.
El muflón
Es un gran aficionado a las rocas, la tierra seca y el calor, pero si la situación lo requiere es capaz de vivir incluso a diferentes altitudes. Le es imposible rebasar el límite de la vegetación arbórea, más allá de la cual nunca va, y seguro que podrá encontrarla, dentro de los límites descritos en suelos duros y pedregosos, preferiblemente con desniveles importantes.
la cabra montés
El rey de las cumbres no teme al frío: por eso nunca desciende, ni siquiera durante el invierno más frío, por debajo de la línea de árboles. Más que al frío, teme al calor excesivo; no soporta, por ejemplo, temperaturas que superen los +15°.
Por otro lado, vive donde muchas otras criaturas no podrían. No solo ama las colinas y las rocas, sino que ama las pendientes y camina con facilidad donde ningún otro animal lo haría.
el jabalí
Cerramos este recorrido entre los ungulados hablando del jabalí. Si la cabra montés es el rey de las alturas, el jabalí es sin duda el rey del matorral. Es un juego bastante polivalente: mientras haya matorral mediterráneo, vive prácticamente en todas partes, por encima o al nivel del mar. Lo realmente importante es que las temperaturas no superen los -10° y los +25°.
Quien se encuentre en un terreno inexplorado y relativamente nuevo, echando un vistazo al entorno y conociendo los hábitos de estos ungulados, desde el primer vistazo podrá hacerse una idea de qué encuentros podría realizar durante la jornada de caza. No es poca cosa, ¿no crees?