Caza: El encanto y la magia de la caza en el bosque: algunos consejos para tener siempre en cuenta; ante todo el gran respeto por el bosque y la filosofía del silencio. El bosque y los animales que viven allí son excelentes oyentes.
Dar el Cazar ungulados en apariencia, desde una azotea, o en acecho, pero también usar un refugio natural es bastante simple, al menos si se compara este tipo de caza con el arte más difícil de cazar al entrar en ese mundo que es propio de la naturaleza. , el bosque. La caza de ungulados al adentrarse en el bosque, su espacio vital, obliga al cazador a adquirir experiencia, a profundizar su conocimiento no solo del animal, sino también del territorio. Cazar en el bosque es fusionarse con el entorno, pero también saber escuchar el instinto atávico, ser consciente de todos esos secretos que siempre han guardado un bosque y los animales que lo habitan: en definitiva, la caza entre los árboles es una real y su propia magia, y los cazadores que practican este arte, profesionales enamorados de la naturaleza.
El acierto de la apariencia. Por qué se aprecia tanto la caza por el aspecto, desde una azotea, desde un acecho en el suelo o desde un refugio natural es fácil decirlo: de hecho, estas son generalmente técnicas (generalizar sería incorrecto) más sencillas de implementar pero arriba todo más eficaz y más fácil de gestionar. Como regla general, el cazador disfruta de condiciones óptimas para cazar desde un replanteo. caza: no solo puede leer tranquilamente al animal y anotar un tiro preciso, sino que tampoco experimenta las molestias que se producen al entrar en el hábitat salvaje; además, los responsables logran controlar con mayor precisión no solo el acecho, sino también los cazadores y los disparos. Todo muy bonito y sencillo ya que desde un punto de vista puramente logístico y organizativo este tipo de caza es la mejor para practicar. Pero cualquiera que haya experimentado la emoción del bosque sabe que esta no es la única caza posible. La caza con ventaja en el acecho facilita el manejo de la misma actividad, pero desfavorece a los cazadores con C mayúscula que quisieran vivir experiencias más concretas y sinceras, que no necesariamente terminan con la matanza del animal. Para asegurar el regreso a este tipo de caza, se necesitarían regulaciones claras, que inmediatamente arrojen luz sobre el hecho de que las reglas deben ser respetadas. Sería importante proporcionar castigos severos a los delincuentes que desmotivan la caza por asalto. En definitiva, sería necesario que la normativa elaborada por los técnicos fuera diseñada ad hoc para un territorio, con reglas claras, capaces de utilizar herramientas concretas para el cumplimiento de la normativa. Está claro que la situación podría resultar bastante complicada. Esta es la razón del éxito de la caza al acecho, hermosa y gratificante sí, pero que necesariamente debe inclinar la cabeza frente a la caza mágica en el bosque.
La madera. Cazar en el corazón del bosque es otra cuestión. Allí, cada detalle puede marcar la diferencia. Es fundamental poder leer todas las señales que nos envía el entorno, llevar la ropa ideal, es importante elegir la temporada adecuada, el día adecuado, aprovechar el viento y así sucesivamente. En general, son atenciones que un cazador logra respetar a lo largo del tiempo, con gran experiencia y con infinita paciencia. En ese momento entrar en el bosque, cazar un animal, fotografiarlo, o incluso simplemente tener la esperanza de encontrarlo y acercarse a él se convierte en una experiencia de ensueño, un placer íntimo y sincero, y eres muy consciente de que cada salida es. Es evidente que no hay reglas inmutables, que si un día los salvajes pueden comportarse de manera diferente.
Las reglas. Nos adentramos en el bosque con el mayor respeto: en cambio, los bosques son las catedrales dentro de las cuales se celebran todos los rituales más sagrados que siempre ha realizado la madre naturaleza. La regla principal a seguir es la del silencio, al menos si quieres tener alguna posibilidad de coger al animal por sorpresa. Para empezar, debes optar por ropa que no sea ruidosa: muy bien sin inserciones de cuerda ni nailon, luz verde para pantalones o chaquetas antioxidantes. Las botas, cuando sea posible, deben estar equipadas con una suela suave para "sentir" el suelo y las ramas y ramitas que se pisotean antes de romperlas. En el caso de que alguno se rompa, el consejo sigue siendo uno: detente al menos un minuto y no permitas ninguna identificación por parte de los salvajes. Sería bueno que la mochila tampoco produzca ruidos: ideales son las de algodón o loden. Si está equipado con ganchos de metal, potencialmente ruidosos, sería bueno detenerlos con cinta adhesiva. ¿Crees que esto es una atención excesiva? Obviamente, no sabes cuántas mazorcas tiene el bosque. El consejo también es detenerse y escuchar muy a menudo: el hecho de que no esté haciendo ruido no significa que el juego que está cazando no lo esté haciendo a su vez. En áreas de caza particularmente cerradas, una técnica bastante popular es la de la sorpresa: dar pasos bastante rápidos durante algunas decenas de metros, en este punto detenerse de repente y observar. Su llegada inesperada podría empujar al animal a la técnica de la inmovilidad y el mimetismo; si sabe lo que está buscando, seguramente será más fácil encontrarlo. Confíe en unos buenos binoculares y recuerde que aprender a caminar correctamente puede marcar la diferencia: no "arroje" el pie, colóquelo suavemente, comenzando directamente desde el talón en un movimiento que comúnmente se llama balanceo. De esta manera, sin duda, estará más tranquilo y es probable que pueda sorprender a la naturaleza.
Son atenciones que con el tiempo se hacen suyas los cazadores amantes de la caza en el bosque: por otro lado el bosque es el mejor maestro, lo importante es que el cazador, su eterno alumno sea capaz de escuchar.