El parvo canino es causado por un virus que se disemina al medio ambiente a través de las heces, la orina, la saliva y el vómito de los animales infectados incluso después de la recuperación clínica de la enfermedad. La infección se contrae por vía oral y luego tras la ingestión o el simple contacto de las membranas mucosas con material contaminado por el virus.
Una vez que ha penetrado en la mucosa, el virus se replicará en los ganglios linfáticos cercanos y posteriormente, a través de la circulación sanguínea, se localizará en la mucosa intestinal y en el miocardio (corazón). La presencia del virus en estos distritos determina la sintomatología característica de esta enfermedad que afecta de forma grave y muchas veces fatal principalmente a los cachorros de entre 6 y 14 semanas de vida. La forma entérica aparece después de un período de incubación de aproximadamente una semana y los primeros síntomas son vómitos, fiebre, depresión, diarrea con heces líquidas y con vetas de sangre. El animal deja de comer y beber resultando en una rápida pérdida de energía y deshidratación. La forma miocárdica, en cambio, tiene un período de incubación más largo y es más letal y se presenta con vómitos, dificultades respiratorias y taquicardia. A menudo, la gastroenteritis por parvovirus se confunde con otros síndromes gastroentéricos sin duda menos graves pero en cualquier caso no se debe subestimar especialmente en cachorros por lo que, ante la aparición de los primeros síntomas, será necesario contactar con el veterinario que hará un diagnóstico. tanto sobre la base de los síntomas como realizando la prueba de Parvo.
Debido a la ausencia de terapia específica, los tratamientos que se brindarán estarán dirigidos a apoyar al animal, evitar la deshidratación y contrarrestar el daño causado por enteritis y miocarditis. Por tanto, al igual que para otras enfermedades virales, el único sistema válido para combatir la enfermedad es la prevención y en este caso concreto la vacunación que se puede realizar en torno a las 8 semanas de vida a criterio del Veterinario que, antes de realizar la vacunación, habrá comprobar que el cachorro o animal adulto se encuentra en un estado de salud adecuado antes de administrar la vacuna. En cualquier caso, es bueno que el cachorro, en las primeras semanas de vida y antes de estar cubierto por la inmunidad vacunal, no entre en contacto con otros perros potencialmente infectados. Además, es bueno que el bebé tome correctamente tanto el calostro como la leche materna, único medio de defensa hasta el destete. La miocarditis por parvovirus es, hasta la fecha, menos frecuente que la gastroenteritis gracias a la práctica de la vacunación que implica la transmisión a través del calostro de la inmunidad pasiva de la madre al cachorro en el momento del nacimiento.